El martirio de Elisabeth y los siete hijos que concibió fruto de las violaciones de su padre llega así ante la Justicia austríaca.
Josef Fritzl se sentó hoy en el banquillo de los acusados para responder por el encierro y las violaciones reiteradas a que sometió durante 24 años a su hija, en un juicio rápido con la víctima como único testigo de cargo y cuyo veredicto se espera el viernes.
El martirio de Elisabeth y los siete hijos que concibió fruto de las violaciones de su padre llega así ante la Justicia austríaca entre una fuerte presión mediática y unas extremas restricciones informativas para evitar filtraciones de detalles escabrosos y proteger así la intimidad de las víctimas.
Con traje gris claro y el rostro oculto por una carpeta azul que sostenía con manos temblorosas, Fritzl entró en la sala principal de la Audiencia Provincial de Sankt Pölten, en la que es su primera aparición pública desde que fue arrestado el pasado abril, tras destaparse el caso.
Allí, el jubilado de 73 años escuchó el pliego de cargos contra él, que incluyen las acusaciones de esclavitud y asesinato, al entender la Fiscalía que es responsable de la muerte en 1996 de uno de los mellizos que concibió con su hija, una acusación que puede costarle una pena de cadena perpetua.
Con apenas un hilo de voz, el acusado se declaró "no culpable" de estas dos imputaciones, aunque sí admitió las de "incesto" y "privación de libertad", por el encierro al que sometió desde que nacieron a tres de los hijos que tuvo con Elisabeth (a otros tres niños los subió a vivir con él y su esposa).
Con un ambiguo "parcialmente culpable" se refirió Fritzl a los cargos de violación y coacción grave.
En su dramático alegato inicial, la fiscal Christiane Burkheiser describió al jurado la extrema humedad y la estrechez del sótano sin luz ni ventilación natural donde mantenía a sus hija e hijos-nietos.
"Luz apagada, violación, luz encendida, moho", indicó la fiscal para describir la rutinaria vida de Elisabeth.
Burkheiser no sólo recriminó a Fritzl sus actos, sino que aseguró que "no ha dado muestras de arrepentimiento".
La representante de la Fiscalía recordó que los primeros nueve años de su cautiverio, Elisabeth vivió en 18 metros cuadrados, en los que quedó embarazada y dio a luz a tres hijos.
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