El epidemiólogo Michael Baker, quien asesoró al Gobierno de Nueva Zelanda durante la crisis sanitaria por la COVID-19, explicó durante una entrevista que lo importante es que los países se enfoquen en eliminar el virus, más que en "aplanar la curva".
Hace más de una semana, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunciaba que su país registraba cero casos activos de COVID-19. Es por ello que agradeció a los habitantes del país el haber respetado la cuarentena.
Michael Baker es el epidemiólogo que esta detrás de este modelo exitoso. El científico, que brindó una entrevista para el medio español ElDiario, indicó que se logró eliminar el virus en tiempo récord en Nueva Zelanda, logrando que en el país se inicie el desconfinamiento sin limitaciones de aislamiento social y los comerciantes retomen sus actividades.
"A finales de febrero y principios de marzo, obviamente, ya teníamos casos en Nueva Zelanda y, viendo la experiencia de China, pensé que, en realidad, podíamos detener este virus. Estaba en el grupo de asesoramiento técnico del Gobierno para la respuesta a la pandemia y dije que teníamos que cambiar el rumbo. Dije públicamente, y también directamente a los ministros, que necesitábamos adoptar un enfoque de eliminación", dijo.
"La ola va a arrasar con tu país y, entonces, todo lo que podemos hacer es aplanar la curva para reducir el impacto. Eso es lo que ha hecho el mundo occidental. Y era un buen plan, pero era el virus equivocado", explicó Baker.
Para el profesor de la Universidad de Otago, el modelo de "eliminación", basado en tomar fuertes medidas para interrumpir la transmisión de la enfermedad, eliminó las cadenas de transmisión e hizo que el virus llegue a su fin. Ahora lo que corresponde es que este se mantenga alejado de las fronteras, que por ahora están cerradas a extranjeros.
Baker indica que para eliminar la COVID-19 hay tres herramientas principales: la gestión de las fronteras, las pruebas y el rastreo de contactos, y una última, interrumpir la transmisión en la población.
"Yo no sabía en ese momento si iba a funcionar, pero había funcionado y funcionaba en China, y alguna islas específicas habían logrado evitarlo cerrando las fronteras por completo", indica. Es por ello que el confinamiento de seis semanas fue estricto, pese a que se inició cuando en el país ya habían 100 casos confirmados y dos fallecidos.
"La clave es una buena ciencia y un buen liderazgo, además de tener un plan y luego actuar con decisión. Porque, para mi sorpresa, en ninguna parte del mundo occidental se perseguía un objetivo de eliminación. Y dada la experiencia de Asia, me pareció que lo que había que hacer era ir a por ella. Me pregunto si los países que tienen los recursos para hacerlo no deberían pensarlo, la tecnología está ahí", señala.
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