La canciones de la "revolución", los tambores, los disparos y los claxon de cientos de coches han vuelto a resonar en el centro de Trípoli para celebrar por segundo día la muerte de Muamar el Gadafi.
La canciones de la "revolución", los tambores, los disparos y los claxon de cientos de coches han vuelto a resonar en el centro de Trípoli y en muchos barrios de la ciudad, para celebrar por segundo día la muerte de Muamar el Gadafi en su último bastión, su ciudad natal, Sirte.
"Bye, bye Gadafi", dice en inglés un ciudadano libio que espera turno para comprar una nube de azúcar en la plaza de los Mártires, a las puertas de la ciudad vieja y que tras la caída de la capital en manos de los rebeldes, tarde tras tarde se convierte en una feria permanente.
Pero desde el viernes, los libios no sólo celebran la victoria por la liberación del país tras la caída del último foco de resistencia, sino la muerte de quien les gobernó con mano de acero durante 42 años.
Según avanzan las horas de la tarde, tocando las bocinas de los coches, con los intermitentes encendidos, sentados o a veces de pie en las ventanillas, incluso disparando al aire, los libios van y vuelven por las principales calles de la ciudad, saludados por los peatones eufóricos y algunos guardias de tráfico que a su paso les hacen la seña de la victoria con la mano.
Las banderas tricolor de la antigua monarquía, que con el estallido de la revuelta popular, el pasado 17 de febrero, se convirtieron en el símbolo de los rebeldes, inundan la ciudad.
Bufandas, pañuelos, capas, gorras, muñequeras, el rojo, el verde y el negro de la bandera es omnipresente y todos las izan al ritmo de improvisados grupos de música que en cualquier momento entonan una canción o un lema revolucionario.
"Írfak rásak fo, anta libi jorr" (Levanta la cabeza, eres un libio libre), gritan adaptando la frase que ya entonaron los egipcios cuando el 11 de febrero el presidente del país, Hosni Mubarak, abandonó el poder presionado por las revueltas que estallaron 18 días antes.
"Levanta la cabeza, eres egipcio", aseguraban los egipcios resumiendo en una frase los años de resignación y dictadura que sufrieron y que ahora, junto a los libios o los tunecinos desean superar para avanzar hacia la libertad y la democracia.
"Allahu Akbar" (Dios es Grande, en árabe), gritan hoy en la capital libia dos chicas jóvenes sentadas cada una en una ventanilla de un coche, con un velo tricolor y ondeando la nueva enseña, no muy lejos de donde un grupo de niños con sus madres estalla a cantar el himno nacional.
La plaza de los Mártires, la antigua plaza Verde, acogió hoy también a miles de personas, que escucharon discursos y conciertos, bailaron al ritmo de los tambores o simplemente se paseaban recitando de manera refleja "dios es grande", cada vez que desde el escenario alguien instaba con el micrófono a gritar alabanzas a dios.
Las celebraciones, que incluyeron fuegos artificiales, estaban vigiladas de cerca por numerosos milicianos que cerraron al tráfico rodado todas las calles que daban a la plaza y registraban las bolsas de los que intentaban entrar en el recinto.
Muchos rebeldes también se unieron a la fiesta cruzando las calles, montados en los coches ranchera con baterías aéreas incorporadas o disparando al aire sus armas automáticas.
Desde cualquier parte de la ciudad el ruido de los pitidos, los fuegos artificiales y los coches se escuchan como un continuo rumor que inunda el ambiente.
EFE
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