Lo peor que podría pasar es que el conflicto, desde ya grave, escale, impida el acercamiento a Israel de países como Arabia Saudita y favorezca la influencia de Irán sobre el Hamas.
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El conflicto entre Israel y Palestina es uno de los más largos e inextricables que la humanidad enfrenta desde el fin de la segunda guerra mundial. Desde que la Asamblea General de la ONU decidió en 1947, con el voto del Perú, la creación de dos Estados independientes en lo que era el territorio del Mandato británico en Medio Oriente, se han producido múltiples enfrentamientos armados entre la Autoridad Palestina y sus aliados árabes por una parte, y el Estado de Israel, por otra. La dificultad de una solución política tiene que ver con el trasfondo religioso que alimenta el fanatismo e impide hallar soluciones territoriales con un sentido de moderación y concesiones recíprocas. Tanto más que Jerusalén es una ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. Y tiene que ver también con el holocausto del pueblo judío durante la segunda guerra mundial, que puso en evidencia el horror del antisemitismo y la necesidad de garantizar la seguridad del pueblo judío dotándolo de un Estado y de un territorio. El liderazgo palestino fue laico durante las primeras décadas, pero desde los años 80 se han fortalecido organizaciones islamistas de carácter terrorista, que fragilizan la legitimidad de la Autoridad Palestina. Es el caso en particular del gobierno regional de la llamada Franja de Gaza, un territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados separado de Cisjordania y ubicado al Sur de Israel. Ahí domina el grupo terrorista Hamas, que este sábado desencadenó un cruento operativo contra Israel. El operativo ha incluido el asesinato de civiles y la captura de rehenes que han sido llevados de Israel a Gaza. El Perú ha condenado toda forma de práctica terrorista y respalda una solución integral que reconozca la existencia de dos Estados soberanos. Lo peor que podría pasar es que el conflicto, desde ya grave, escale, impida el acercamiento a Israel de países como Arabia Saudita y favorezca la influencia de Irán sobre el Hamás. La paz es más necesaria que nunca, pero para que sea duradera ella requiere que se reconozcan las fronteras de Palestina proclamadas por la ONU en 1967.
Las cosas como son
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