Asimismo, revelaron que un agente soviético estuvo infiltrado a mediados de la década de los sesenta en EEUU con la misión de envenenar el agua en Washington.
La operación de once agentes infiltrados en EE.UU. durante años al mando de Moscú es "dinero desperdiciado" que hace pensar en "propósitos mayores" debido a sus proporciones, dijeron hoy ex agentes de la CIA y la KGB.
El caso de los agentes detenidos por el FBI a finales de junio e intercambiados el viernes en un aeropuerto de Viena por otros cuatro agentes encarcelados en Rusia por pasar información a Estados Unidos terminó con tantas preguntas como pocas conclusiones.
Para el que fue en su día el general más joven de la mítica agencia de espionaje soviética, el ex jefe de la KGB en EE.UU., Oleg Kalugin, el final es desconcertante, confesó en una mesa redonda en Washington.
"Nunca hubiera esperado una resolución tan rápida en un caso de espías de estas dimensiones", manifestó.
Pero lo que más le impresionó de la red de espionaje, que el FBI investigó durante una década, en la que siguió el día a día de esposas y maridos, padres y madres en vidas ordinarias y americanas, es sus proporciones, que no recuerda ni en tiempos de la Guerra Fría.
"Teníamos a una pareja (de agentes infiltrados) en una misión específica que no describiré aquí. Pero ese número de personas (..) Eso es una pérdida de recursos humanos, dinero y tiempo", señaló.
Melissa Mahle, una ex agente de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA), coincide con las sospechosas proporciones del caso.
"Cuando pienso en ello desde un punto de vista operacional, no me da una buena sensación. Una operación de estas proporciones es una inversión enorme. Tiene que haber un propósito mayor para esto que posiblemente nunca vayamos a saber", dijo durante la mesa redonda.
Otros expertos como Tom Ridge, el primer secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, un cargo creado después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, se mantuvieron más cautelosos sobre los objetivos, pero alertaron de otras implicaciones de la operación.
El caso "ha recordado al país entero, que está concentrado en el terrorismo yihadista, y a este presidente y a futuros presidentes, que siguen las amenazas tradicionales de otros países", señaló.
Pero para Kalugin, quien fue uno de los reformadores de la KGB hacia la actual agencia de espionaje rusa, el caso "es un buen recordatorio de que los espías siempre estarán entre nosotros".
Y como advertencia, reveló que un agente soviético estuvo infiltrado a mediados de la década de los sesenta en Estados Unidos con la misión de envenenar el agua y sabotear el sistema eléctrico de Washington.
EFE
El caso de los agentes detenidos por el FBI a finales de junio e intercambiados el viernes en un aeropuerto de Viena por otros cuatro agentes encarcelados en Rusia por pasar información a Estados Unidos terminó con tantas preguntas como pocas conclusiones.
Para el que fue en su día el general más joven de la mítica agencia de espionaje soviética, el ex jefe de la KGB en EE.UU., Oleg Kalugin, el final es desconcertante, confesó en una mesa redonda en Washington.
"Nunca hubiera esperado una resolución tan rápida en un caso de espías de estas dimensiones", manifestó.
Pero lo que más le impresionó de la red de espionaje, que el FBI investigó durante una década, en la que siguió el día a día de esposas y maridos, padres y madres en vidas ordinarias y americanas, es sus proporciones, que no recuerda ni en tiempos de la Guerra Fría.
"Teníamos a una pareja (de agentes infiltrados) en una misión específica que no describiré aquí. Pero ese número de personas (..) Eso es una pérdida de recursos humanos, dinero y tiempo", señaló.
Melissa Mahle, una ex agente de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA), coincide con las sospechosas proporciones del caso.
"Cuando pienso en ello desde un punto de vista operacional, no me da una buena sensación. Una operación de estas proporciones es una inversión enorme. Tiene que haber un propósito mayor para esto que posiblemente nunca vayamos a saber", dijo durante la mesa redonda.
Otros expertos como Tom Ridge, el primer secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, un cargo creado después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, se mantuvieron más cautelosos sobre los objetivos, pero alertaron de otras implicaciones de la operación.
El caso "ha recordado al país entero, que está concentrado en el terrorismo yihadista, y a este presidente y a futuros presidentes, que siguen las amenazas tradicionales de otros países", señaló.
Pero para Kalugin, quien fue uno de los reformadores de la KGB hacia la actual agencia de espionaje rusa, el caso "es un buen recordatorio de que los espías siempre estarán entre nosotros".
Y como advertencia, reveló que un agente soviético estuvo infiltrado a mediados de la década de los sesenta en Estados Unidos con la misión de envenenar el agua y sabotear el sistema eléctrico de Washington.
EFE
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