Se trata de Nikos Metaxas, un exintegrante de la Guardia Nacional de Chipre, quien escuchó la sentencia entre sollozos y pidió perdón a las familias de sus víctimas. Agregó que estaba dispuesto a que se realice un examen "exhaustivo" de su caso.
El Tribunal de Delitos Graves de Nicosia en Chipre condenó este lunes al feminicida chipriota que confesó el asesinato de siete mujeres extranjeras a siete cadenas perpetuas, una por cada víctima, la pena más alta impuesta jamás por la Justicia de este país.
Durante la lectura de la sentencia, que el acusado, el exmilitar Nikos Metaxas escuchó entre sollozos, el presidente de la sala recordó que las víctimas eran todas extranjeras que habían llegado a trabajar a Chipre, y en lugar de ello, "hallaron una muerte brutal".
Además, añadió, el acusado no dudó en matar a dos de las hijas de estas mujeres, de seis y ocho años.
En un momento de la sesión, Metaxas leyó una declaración en la que confesó los siete asesinatos, manifestó su arrepentimiento, asumió las consecuencias de sus acciones, y pidió disculpas a los familiares de las víctimas, a su propia familia y a la sociedad chipriota.
"No puedo volver atrás. Lo único que puedo hacer es ayudar a aclarar los crímenes y no retrasar el procedimiento ante el tribunal. Pido una gran disculpa a las víctimas y sus familiares por el injusto dolor que le causé", dijo.
Metaxas se ofreció a que un grupo de investigadores lleve a cabo un estudio "exhaustivo" sobre su caso.
Crímenes y hallazgo fortuito
El múltiple asesinato entre 2016 y 2018 de las siete empleadas del hogar, rumanas, filipinas y nepalíes, causó conmoción e indignación en el país, sobre todo porque la mayoría de las mujeres habían sido dadas por desaparecidas sin que las autoridades iniciaran una investigación.
El caso solo pudo resolverse después del hallazgo fortuito de una primera víctima, Mary Rose Tiburcio, filipina de 39 años, desaparecida en mayo de 2018 junto a su hija de seis años, cuyo cadáver se hallaría también después.
Todos los demás cuerpos fueron encontrados tras la confesión del propio autor, quien fue detenido cuatro días después de que apareciera el cadáver de Tiburcio en el pozo de una mina abandonada, en el pueblo de Mitsero, a unos 30 kilómetros al oeste de la capital chipriota.
Investigación
Tras iniciarse la investigación policial, una amiga de la víctima había dado la pista que condujo hacia Metaxas, al declarar que Tiburcio lo había conocido a través de internet y había estado saliendo con él.
El último cuerpo en ser hallado fue el de la hija de Tiburcio, descubierto el pasado día 12 en un lago a las afueras de Nicosia, cerca del lugar del crimen de la primera víctima.
El cuerpo fue hallado envuelto en una sábana y atado a un bloque de cemento, tal como lo había indicado Metaxas, exmilitar de la Guardia Nacional, durante el interrogatorio.
El caso del feminicida en serie era el primero de este tipo al que se enfrentaban las autoridades y sociedad chipriotas y por eso se han apoyado en la experiencia de especialistas de la Policía británica.
La negligencia en la investigación llevó a principios de mayo a la dimisión del ministro de Justicia chipriota y a la destitución del jefe de Policía. Durante la investigación del caso la Policía tomó declaración a 800 personas. EFE
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