ONG india, cuyo objetivo es salvar a la Infancia, ha devuelto a sus familias a más de 8.000 niños hacinados en factorías clandestinas y explotados por capataces.
En lugar de jugar o estudiar, decenas
de millones de niños indios son forzados a trabajar a diario durante
jornadas de hasta 17 horas, pero los rescates en talleres de
explotación laboral son una forma de aliviar, al menos, el
sufrimiento de unos pocos.
Durante los últimos 30 años, la ONG india "Bachpan Bachao Andolan" (BBA, Salvemos a la Infancia) se ha aplicado en luchar contra el trabajo infantil y ha devuelto a sus familias a más de 8.000 niños hacinados en factorías clandestinas, alejados de sus familias y explotados por capataces.
Desde abril, BBA ha liberado sólo en la capital india a más de 180 niños, según contaron a Efe sus responsables, quienes esta semana han intensificado sus esfuerzos con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebra hoy.
Entre sus últimas acciones está el rescate de unos cuarenta menores que trabajaban en una fábrica ilegal de juguetes en el barrio de Nangloi, en el oeste de Nueva Delhi, un asalto presenciado por Efe a invitación de los activistas.
La acción es preparada por un equipo de unos 15 activistas y una docena de policías, que se acercan a la fábrica en tres vehículos: un todoterreno, un minibús del Departamento de Bienestar Laboral y una furgoneta.
El plan parece perfectamente calculado: los rescatadores irrumpen en el edificio por diferentes accesos, incluido el tejado de la fábrica, al que trepan Jubil Lalung, un coordinador de rescates de BBA que ha participado en más de 60 acciones, y cuatro compañeros.
En el interior hallan a cuarenta niños con edades comprendidas entre los 8 y los 14 años, que llevaban dos años haciendo piezas de juguetes.
En esta ocasión, los seis capataces detenidos no ofrecen resistencia. "Una vez, uno de ellos nos disparó. Por suerte no hubo heridos", recuerda Lalung.
Tras el rescate, tanto los niños como sus captores son trasladados al juzgado para ser identificados y que les tomen declaración, y a cada niño se le prende en la camiseta una tarjeta con un alfiler en la que figuran su nombre y edad.
"Estoy feliz de ser libre y poder estudiar en una buena escuela", dice uno de ellos tras su liberación.
Los niños pasarán ahora al menos dos semanas en un centro de acogida de la ONG antes de regresar a sus hogares.
Y recibirán un "certificado de libertad", que les da derecho a una indemnización de 20.000 rupias (unos 427 dólares) con la que su familia puede abrir un negocio, comprar una vaca o un terreno que evite que se desprendan de nuevo de los menores.
Algunos padres, especialmente en el ámbito rural, se avienen a entregar sus hijos a supuestos "agentes" -muchas veces personas allegadas- para trabajar en casas de familias adineradas y aliviar su precaria situación económica.
Reciben normalmente menos de 50 dólares, con la promesa de que los pequeños obtendrán a cambio educación y buena alimentación, pero su destino es otro bien diferente: la explotación.
"Mi tío me trajo aquí (a Delhi) desde Bihar (norte) hace seis meses. Dijeron a mis padres que iban a pagarme y no me han dado ni un penique. Solía hacer cada día entre 4.000 y 5.000 botones", dijo Raju, de 7 años, rescatado hace un mes en un taller delhí.
Los empresarios, según comentó a Efe el presidente de la ONG, R.S. Chaurasia, "no tienen ningún tipo de preocupación por su futuro, su salud o su alimentación".
"Es impactante ver a niños tan pequeños trabajando desde la mañana hasta el anochecer con temperaturas por encima de los 45 grados", añadió Chaurasia, quien afirmó que es común que los niños sean quemados con cigarrillos para impedir que se duerman.
Según el presidente, la escolarización de los niños y la ayuda económica prometida es, tras su liberación, responsabilidad de las autoridades.
Pero la ley que hace obligatoria y gratuita la educación para los niños de entre seis y catorce años no entró en vigor hasta el pasado 1 de abril.
Y, según denunció la portavoz de Save the Children India, Priya Subramaniam, existe una "anomalía" en el sistema, porque la norma choca con otra que regula y permite ciertas formas de trabajo infantil, por ejemplo en el sector agrícola.
El último censo publicado por el Gobierno indio, en 2001, estimaba que 12,6 millones de niños de entre 5 y 14 años trabajan en el país surasiático. En BBA, dicen que son cien millones. EFE
Durante los últimos 30 años, la ONG india "Bachpan Bachao Andolan" (BBA, Salvemos a la Infancia) se ha aplicado en luchar contra el trabajo infantil y ha devuelto a sus familias a más de 8.000 niños hacinados en factorías clandestinas, alejados de sus familias y explotados por capataces.
Desde abril, BBA ha liberado sólo en la capital india a más de 180 niños, según contaron a Efe sus responsables, quienes esta semana han intensificado sus esfuerzos con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se celebra hoy.
Entre sus últimas acciones está el rescate de unos cuarenta menores que trabajaban en una fábrica ilegal de juguetes en el barrio de Nangloi, en el oeste de Nueva Delhi, un asalto presenciado por Efe a invitación de los activistas.
La acción es preparada por un equipo de unos 15 activistas y una docena de policías, que se acercan a la fábrica en tres vehículos: un todoterreno, un minibús del Departamento de Bienestar Laboral y una furgoneta.
El plan parece perfectamente calculado: los rescatadores irrumpen en el edificio por diferentes accesos, incluido el tejado de la fábrica, al que trepan Jubil Lalung, un coordinador de rescates de BBA que ha participado en más de 60 acciones, y cuatro compañeros.
En el interior hallan a cuarenta niños con edades comprendidas entre los 8 y los 14 años, que llevaban dos años haciendo piezas de juguetes.
En esta ocasión, los seis capataces detenidos no ofrecen resistencia. "Una vez, uno de ellos nos disparó. Por suerte no hubo heridos", recuerda Lalung.
Tras el rescate, tanto los niños como sus captores son trasladados al juzgado para ser identificados y que les tomen declaración, y a cada niño se le prende en la camiseta una tarjeta con un alfiler en la que figuran su nombre y edad.
"Estoy feliz de ser libre y poder estudiar en una buena escuela", dice uno de ellos tras su liberación.
Los niños pasarán ahora al menos dos semanas en un centro de acogida de la ONG antes de regresar a sus hogares.
Y recibirán un "certificado de libertad", que les da derecho a una indemnización de 20.000 rupias (unos 427 dólares) con la que su familia puede abrir un negocio, comprar una vaca o un terreno que evite que se desprendan de nuevo de los menores.
Algunos padres, especialmente en el ámbito rural, se avienen a entregar sus hijos a supuestos "agentes" -muchas veces personas allegadas- para trabajar en casas de familias adineradas y aliviar su precaria situación económica.
Reciben normalmente menos de 50 dólares, con la promesa de que los pequeños obtendrán a cambio educación y buena alimentación, pero su destino es otro bien diferente: la explotación.
"Mi tío me trajo aquí (a Delhi) desde Bihar (norte) hace seis meses. Dijeron a mis padres que iban a pagarme y no me han dado ni un penique. Solía hacer cada día entre 4.000 y 5.000 botones", dijo Raju, de 7 años, rescatado hace un mes en un taller delhí.
Los empresarios, según comentó a Efe el presidente de la ONG, R.S. Chaurasia, "no tienen ningún tipo de preocupación por su futuro, su salud o su alimentación".
"Es impactante ver a niños tan pequeños trabajando desde la mañana hasta el anochecer con temperaturas por encima de los 45 grados", añadió Chaurasia, quien afirmó que es común que los niños sean quemados con cigarrillos para impedir que se duerman.
Según el presidente, la escolarización de los niños y la ayuda económica prometida es, tras su liberación, responsabilidad de las autoridades.
Pero la ley que hace obligatoria y gratuita la educación para los niños de entre seis y catorce años no entró en vigor hasta el pasado 1 de abril.
Y, según denunció la portavoz de Save the Children India, Priya Subramaniam, existe una "anomalía" en el sistema, porque la norma choca con otra que regula y permite ciertas formas de trabajo infantil, por ejemplo en el sector agrícola.
El último censo publicado por el Gobierno indio, en 2001, estimaba que 12,6 millones de niños de entre 5 y 14 años trabajan en el país surasiático. En BBA, dicen que son cien millones. EFE
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