Muestras de tres botellas de ese whisky serán enviadas en Escocia para analizar su contenido e intentar copiar la mezcla, cuya receta original no existe.
Nueva Zelanda enviará a Escocia muestras de tres botellas de whisky enterradas hace más de un siglo bajo el hielo en la Antártida para analizar su contenido e intentar copiar la mezcla, cuya receta original no existe, informó hoy la radio nacional.
El destinatario del licor será la destilería White & Mackay, una de las más antiguas del mundo y que distribuye la marca Mackinlay, la favorita del explorador irlandés Ernst Shackleton, quien en 1907 fracasó en su primer intento por llegar al Polo Sur.
Las botellas -envueltas en papel y paja para protegerlas durante el viaje al continente helado- fueron descubiertas en 2006, cuando arqueólogos neozelandeses hallaron la caja atrapada en el hielo debajo de una tienda de campaña en el antiguo campamento de la expedición de Shackleton.
Según los arqueólogos que manipularon el whisky, éste fue destilado en 1896 ó 1897, se encontraba todavía en estado líquido y excelente estado de conservación pese a los temperaturas de 30 grados centígrados bajo cero que soportó durante más de cien años.
El tesoro alcohólico pertenece a la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Antártida de Nueva Zelanda, cuyos expertos extrajeron las muestras pinchando con una jeringuilla los tapones de corcho.
Luego volverán a depositar la caja en el mismo lugar en el que fue encontrada, como obliga el tratado de preservación histórica firmado por los doce países que co-administran el continente helado.
En la caja de doce botellas se hallaron sólo once. La que falta -según especulan los historiadores- probablemente fue "robada" por algún miembro de la expedición para entrar en calor.
Un experto australiano en whisky estimó que cada frasco podría alcanzar un valor en el mercado de 69.000 dólares.
Entre 1907 y 1909, Shackleton fracasó en varios intentos por ser el primero en llegar al Polo Sur, y finalmente se quedó sin provisiones cuando se hallaba a 160 kilómetros del objetivo, que alcanzó en 1911 el noruego Roald Amundsen. EFE
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