Nueve de sus habitantes perdieron la vida en un desastre que causó además 150 heridos y la peor catástrofe ecológica de la historia de Hungría.
Dos semanas después del vertido de lodo tóxico que arrasó su pueblo, los habitantes de Kolontár se ven ahora arrollados por otra avalancha más silenciosa: la incertidumbre sobre el futuro.
"Lo único que me mantiene con fuerza y con vida es que siempre encuentro algo que hacer" explicó a Efe una vecina del pueblo que ocupa su tiempo y sus energías en ayudar a la Cruz Roja, repartir comida y seguir limpiando su casa.
"Aquí está todo lo que tengo", aseguró esta mujer de mediana edad al justificar su decisión de quedarse en el pueblo.
Pero no todos están dispuestos a quedarse en esta aldea del suroeste de Hungría que el día 4 de octubre se llevó la peor parte de la ola de barro rojo.
Nueve de sus vecinos perdieron la vida en un desastre que causó además 150 heridos y la peor catástrofe ecológica de la historia de Hungría.
Desde aquel día fatídico, tanto Kolontár como Devecser, el otro pueblo más afectado, han visto como el rojo del barro que lo ensució todo ha sido sustituido por el blanco del yeso que se usa para neutralizar los componentes tóxicos del lodo.
De los 715 vecinos que fueron evacuados ante el riesgo de un nuevo vertido, 191 decidieron no volver a sus hogares pese a la insistencia por parte de Protección Civil de que el pueblo no corre más peligro y de que no hay riesgos para la salud.
Un mensaje tranquilizador con el que Greenpeace y varias ONG no están para nada de acuerdo.
"Las partículas de polvo pueden llegar hasta la circulación de la sangre", advirtió hoy a Efe Zsolt Szegfalvi, presidente de Greenpeace en Hungría, al referirse a la presencia en Kolontár de partículas de polvo tóxico de hasta 2,5 micrómetros.
El responsable de la ONG insistió en los riesgos para la salud de ese polvo en suspensión y anunció que el próximo viernes su organización contará con datos más exactos.
Peligroso o no, lo cierto es que Protección Civil obligó la semana pasada a usar mascarillas y gafas protectoras a todos aquellos que trabajan en las obras de reconstrucción, aunque en la aldea se ve a mucha gente que ignora esa petición.
Muchos habitantes, conforme a lo que han pedido las autoridades, permanecen en sus casas y salen a las calles sólo cuando es necesario, mientras esperan que concluyan las obras de limpieza.
Sándor, un habitante de Kolontár de unos 50 años, es un ejemplo de las dudas sobre lo que pasará en el futuro.
"Si vemos salir los brotes de la tierra, sabremos que la naturaleza se está curando", dijo a Efe este agricultor con la esperanza puesta en la primavera.
Su amigo es más pesimista: "Nos hablaron ya de diferentes soluciones, pero yo no creo que aquí se pueda producir algo".
"Ya no puedo soportar el tráfico permanente", afirmó. Y es que camiones y otros vehículos entran y salen sin parar de la aldea y causan un ruido jamás visto por aquí.
Como la mayoría de los vecinos, Sándor y su amigo tienen pequeñas parcelas en las que cultivaban verduras y frutas.
Bernadett Balogh y Dóra Fischer, dos psicólogas voluntarias que trabajan en la región, explicaron a Efe que "muchos se encuentran en un profundo estado de crisis".
Lo que más afectó a la población en los últimos días fue que "esta semana comenzaron los entierros, lo que les enfrenta, otra vez, con lo que ha pasado. Las pérdidas humanas se materializaron", explicaron las sicólogas.
El Parlamento decidió prologar el estado de alerta en las tres provincias -Veszprém, Györ-Moson-Sopron y Vas- donde se había declarado después del vertido hasta finales del año, ya que de esta manera permanecerán en la región los retenes de emergencia.
Mientras György Magyar, el abogado de los habitantes de Kolontár y Devecser en la demanda conjunta que presentarán contra MAL, la metalúrgica responsable del vertido, anunció que hoy iniciarán una negociación fuera del proceso sobre "los diferentes daños y las posibles formas de indemnización".
El abogado anteriormente había adelantado que, según los primeros cálculos, la catástrofe causó daños por unos 35 millones de euros.
Por otra parte la portavoz de Protección Civil, Tímea Petróczi, explicó a Efe que la producción en MAL, iniciada el viernes pasado está bajo un estricto control y que "se suspenderá de nuevo" en caso de que se considere necesario.
-EFE
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