Hombres y mujeres comparten el mismo espacio para manifestarse, comer, dormir y rezar, sin que ellas sufran acoso verbal o tocamientos indeseados.
La revuelta popular en Egipto no sólo está impulsando cambios hasta hace tres semanas inimaginables en el plano político, sino también en la calle, donde milagrosamente el acoso sexual a las mujeres ha disminuido, o al menos eso parece.
El lugar en el que es más evidente es la plaza Tahrir de El Cairo, símbolo de las protestas antigubernamentales, donde hombres y mujeres comparten espacio para manifestarse, comer, dormir y rezar, sin que ellas sufran acoso verbal o tocamientos indeseados.
Así lo corrobora la estudiante Maram Mahmud, de 23 años, una de las voluntarias que controlan los accesos a Tahrir para vigilar que nadie introduzca armas en la plaza y evitar altercados.
"En absoluto hay acoso sexual", sentenció entusiasmada Naram Mahmud, que lleva velo musulmán, mientras explicaba sentada en el bordillo de una acera cómo ha podido ocurrir el prodigio.
La joven apuntó a Efe que en las últimas semanas multitud de egipcios han participado en las manifestaciones en la plaza y que "nadie ha molestado a nadie. Aquí la gente es más responsable, es un paraíso".
"Y si hay alguna persona que hace algo malo, siempre habrá alguien que le diga que está equivocada", destacó maravillada Mahmud, en referencia a la permisividad e indolencia que muchas mujeres encontraban cuando eran acosadas en los tiempos previos al levantamiento popular.
De la misma opinión es el ama de casa Yasmín T., que no quiere dar su nombre completo y que ha ido a Tahrir en compañía de sus hijos y varias amigas.
"Los hombres protegen a las mujeres -observó Yasmín-. El país está unido por la misma razón, los hombres ya no piensan en el acoso, todo el mundo piensa en la política".
Yasmín consideró que el acoso sexual provenía de la frustración de los egipcios sobre el futuro, pero ahora "hay esperanza y optimismo, todo el mundo en Egipto está cambiando".
Si bien Tahrir se ha convertido en zona libre de acoso, un paseo por sus alrededores y otros barrios muestra que, aunque este fenómeno ha disminuido, todavía puede verse a algún hombre silbando a una mujer o llamándola "ishta" (nata), uno de los apelativos más comunes y que, con determinado tono, puede ser ofensivo.
En ese sentido, Mahmud reconoció que "todavía queda mucho por hacer".
"Digamos que Egipto no es el paraíso y hay muchas cosas que cambiar", subrayó la estudiante, que aun así expresó su esperanza de que la revuelta sirva para que los niños de hoy tengan nuevas actitudes hacia las mujeres del mañana.
Sobre el futuro, la escritora y feminista Nawal el Saadawi, de 79 años, dijo a Efe que "los revolucionarios están trabajando para cambiar la Constitución y tener un Estado aconfesional, una carta magna en la que hombres y mujeres sean iguales".
A su juicio, el régimen de Hosni Mubarak ha usado la religión y el acoso a la mujer para dividir y amenazar a los ciudadanos.
"Esta revolución es como un sueño", afirmó El Saadawi, para quien "en Tahrir no ha habido ni un solo caso de acoso sexual a mujeres desde el pasado día 25", fecha en la que comenzaron las protestas.
Más cauto sobre el porvenir se muestra el analista político y bloguero Issandr al Amrani, que ve la ausencia de acoso sexual en la plaza como "algo excepcional".
El experto recordó que antes del levantamiento popular existía un sentir generalizado de que el régimen de Mubarak se estaba perpetuando con violencia y de que había corrupción en todas partes.
Para Al Amrani, "esa quiebra moral del régimen se reflejaba en la sociedad egipcia", donde se aceptaba el acoso sexual como algo normal y había un aumento de la intolerancia religiosa y un pesimismo general.
En su opinión, ahora no es descartable que la revuelta acabe con el acoso porque, "aunque en Egipto no ha habido una revolución política que haya hecho caer el régimen de Mubarak, sí ha habido una revolución de las mentes, una revolución sobre la manera en la que los egipcios se ven a sí mismos".
Traigan o no la desaparición del acoso en las calles del país, lo cierto es que los acontecimientos de los últimos días han supuesto un vuelco en la mentalidad de los egipcios; y es que como aseguraba recientemente el escritor Alaa al Aswany en un encuentro con periodistas, "la revolución hace mejores a las personas". EFE
Comparte esta noticia