En Brasil hay cerca de 4 mil casos de microcefalia en recién nacidos que están bajo investigación para establecer si están relacionados con el virus.
Aunque aún falta confirmar fehacientemente la relación del virus del zika con la microcefalia, es cierto que los casos de este mal se han incrementado notablemente con la llegada a Latinoamérica de la enfermedad provocada por el mosquito Aedes aegypti, también causante del dengue, la chikunguya y la fiebre amarilla.
En Brasil, el país con más casos de microcefalia reportados en los últimos meses (cerca de 4 mil en investigación), es también el lugar en el que se registraron los primeros casos en el continente de este virus endémico del oeste del África.
Ya anteriormente se habían detectado casos de microcefalia en fetos y recién nacidos en la Polinesia Francesa, tras la epidemia del Zika que atacó a esta isla del Pacífico entre 2013 y 2014.
Embarazadas en riesgo
Tras los análisis de los casos de bebés nacidos con microcefalia, se dedujo que el mayor riesgo por contagio a embarazadas se produce en el primer trimestre de gestación.
Los médicos indican que aunque la madre no presente síntomas tras haber sido infectadas con el virus, eso no impide que la infección perjudique al bebé.
¿Qué es la microcefalia?
La microcefalia es un trastorno que afecta al tamaño de la cabeza y al crecimiento del bebé, que puede ser congénito o darse durante los primeros años del niño. Dependiendo de la causa y gravedad del caso puede causar problemas en el desarrollo cognitivo y psicomotor del menor.
También puede causar la muerte del bebé durante el proceso de gestación o un deceso temprano del niño.
Físicamente se hace evidente la malformación de la cabeza, que en el caso de los bebés tienen circunferencias menores a los 33 centímetros, cuando lo normal está entre los 34 y 37 cm. En los casos reportados desde Brasil, se está viendo un gran número de bebés con cabezas pequeñas que no superan los 29 cm.
Tratamiento de por vida
La infectóloga pediátrica, María Ángela Rocha del Hospital Universitario Oswaldo Cruz, en Recife (Brasil), dijo a la BBC, que cada recién nacido será afectado de modo diferente, pero en todos los casos "necesitarán ser tratados por neurólogos toda su vida".
Indicó que las secuelas en el caso de algunos niños serán menores, "pero también puede haber consecuencias graves, como no hablar, no caminar o presentar alteraciones en todo el desarrollo psicomotor".
Comentó que en un principio muchos niños afectados pueden mostrarse muy activos, y que esto puede generar esperanza en los padres de que las cabezas de sus hijos puedan crecer y desarrollarse con normalidad.
Sin embargo, aclaró, con pena, que la realidad será otra. "Cuando llegue el momento de realizar otras funciones, el cerebro tendrá limitaciones", afirmó.
Señaló, que en Brasil y en otras partes del continente una generación de niños está siendo perjudicada por esta enfermedad, que también arrastra a las familias con una fuerte carga emocional.
"Una generación está siendo perjudicada. Sabemos de todos los problemas emocionales, sociales y económicos que esto va a causar. Las familias van a tener que lidiar con eso, con mayor o menor intensidad, toda su vida", lamentó.
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