Se mantiene la cifra de 73 muertos, 125 heridos y 224 casas. Así como 11 centros religiosos y 9 edificios gubernamentales colapsados, tras sismo de 6.8 grados Ritcher.
Los afectados por el terremoto registrado en Birmania (Myanmar) el pasado jueves necesitan agua y alimentos, mientras se generaliza la opinión de que el rescate de las víctimas sería más rápido con los medios adecuados.
Sin embargo, los medios de comunicación birmanos, todos ellos controlados por el Estado, informan hoy a la población de una situación bajo control y con las operaciones de asistencia humanitaria en marcha.
Además, mantienen la misma cifra del sábado de 73 muertos, 125 heridos y 224 casas, 11 centros religiosos y 9 edificios gubernamentales colapsados.
En Tailandia hubo otra víctima mortal, una mujer que murió mientras dormía cuando se le derrumbó encima una pared.
La Oficina de Ayuda Humanitaria de la ONU (OCHA) calcula con informaciones de UNICEF y otras organizaciones humanitarias que operan en la zona que el número de afectados ronda los 110.500 (95.000 en Tachilek, 9.000 a Tarlay y 6.500 a Mong Lin), mientras que las autoridades birmanas omiten de momento este dato.
El diario "La Nueva Luz de Myanmar", que al editarse en lengua inglesa es el que emplea regularmente el régimen militar para publicar sus mensajes a la comunidad internacional, dedica su portada de la edición dominical a la rauda y eficaz respuesta del régimen.
Una foto presenta un almacén repleto de productos de primera necesidad, al lado otra muestra al comandante general Aung Than Htut, del Ministerio de Defensa, entregando ayuda a un damnificado, y en la parte inferior incluye una tercera con el siguiente pie: "Ayuda humanitaria como ropa, alimento, sacos de arroz y medicinas para las víctimas del terremoto son descargadas".
Pero la información que difunde la disidencia y los grupos rebeldes que operan en la zona afectada describe un escenario distinto.
"Los muertos son muchos más de lo que dicen los números oficiales. Hay muchas personas que siguen desaparecidas (nadie ofrece un dato estimativo)", afirmó el reportero birmano Puenkham Payakwong, en unas declaraciones telefónicas al diario tailandés "Bangkok Post".
Este vecino de Tachilek, una población birmana fronteriza con Tailandia, añadió que hay muchas casas destruidas, que los desplazados han buscado cobijo en monasterios budistas o llevan desde hace tres días en la carretera, que la ayuda no llega a todos los necesitados y que es un caos.
En Tarlay, a unos 40 kilómetros al norte de Tachilek, casi todos los edificios han resultado dañados, si no destruidos, y se teme que haya muchas víctimas bajo los escombros, pero el acceso por carretera está restringido y los controles de los cuerpos de seguridad solo dejan pasar a los que prueban que tienen a un familiar en la población.
Un cooperante de la Cruz Roja de Myanmar en Tachilek calculó que la cifra de muertos se va a duplicar, pero "los trabajos se ven entorpecidos por el hecho de que faltan especialistas, equipos y perros entrenados", según el medio disidente "The Irrawaddy".
El hospital de Tachilek, que tiene que atender a los heridos que llegan de Tarlay y otras aldeas de la región, se encuentra desbordado con más de 700 pacientes, de los cuales solo los graves tienen derecho a una cama y los demás han tenido que buscar un hueco en sillas o en el exterior, a la vista de los transeúntes.
A pesar de la situación, los soldados que vigilan el paso aduanero que conecta esta ciudad con la tailandesa de Mae Sai no dejan pasar para ayudar a ningún médico del otro lado de la frontera, bien sea tailandés o de otro país.
Tachilek, Tarlay, Mong Lin, Ja Kuni, Mong Koe, Wan Lon, Pa Line, Kong Sar, An-khan, entre otras poblaciones afectadas, se ubican en el estado Shan, en el este de Birmania, una zona montañosa incluida en el "Triángulo dorado de la droga" y donde convergen las fronteras de Birmania, Tailandia y Laos. EFE
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