Advirtió de que el error inherente en esta estrategia es la presunción de que, mediante la tortura, el interrogador pueda extraer información confiable y precisa.
La oficina del Pentágono que concibió las duras técnicas de
interrogatorio de presuntos terroristas advirtió en julio de 2002 que no
producirían "información fidedigna", dijo el diario The Washington
Post en su página de internet.
Además, en un documento enviado al representante jurídico
del Pentágono esa oficina se refirió a los métodos de dureza extrema contra los
interrogados directamente como "tortura", dijo la publicación.
"El resultado no previsto de una política de EE.UU. que
establezca la tortura de prisioneros es que podría ser usada por nuestros
adversarios para justificar la tortura de estadounidenses capturados", señala
el documento de
Añadió que la necesidad de lograr información de "una
fuente poco dispuesta" lo más rápidamente posible para evitar un atentado
que pudiera causar muerte "se ha planteado como argumento convincente para
el uso de la tortura".
Asimismo, advirtió de que "el error inherente en esta
estrategia es la presunción de que, mediante la tortura, el interrogador pueda
extraer información confiable y precisa. La historia y una consideración de la
conducta humana parecen refutar esta presunción".
El documento fue incluido en una serie de memorandos que
describieron en julio de 2002 técnicas de interrogatorio usadas contra
estadounidenses en otros conflictos y sus efectos psicológicos.
El diario indicó que no se sabe si llegó al conocimiento de
las más altas autoridades en el Gobierno del presidente George W. Bush.
Sin embargo, añadió, ofrece la prueba más clara conocida
hasta ahora de que quienes formularon las duras técnicas de interrogatorio
advirtieron sobre sus dudas en cuanto a la efectividad de aplicar
"presiones intensas, físicas o psicológicas".
En agosto de 2002 un memorando de
Según fuentes de inteligencia citadas por el diario, pese a
esos métodos Abu Zubaida proporcionó escasa información útil acerca de los
planes de la organización.
Carl Levin, presidente del Comité de Servicios Armados del
Senado, indicó que el documento fue ignorado deliberadamente o tal vez
suprimido.
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