En el primer día de su visita, Benedicto XVI pide por la paz en Medio Oriente y que los cristianos no abandonen esta tierra por ser indispensables para la paz.
Benedicto XVI pisó hoy Tierra Santa por primera vez como Papa, donde abogó por una "paz duradera y una verdadera justicia para todos los que viven en Oriente Medio" y pidió a los cristianos que pese a las dificultades en las que viven no abandonen esta tierra, pues "son indispensables para la paz".
"Al contrario de los peregrinos de antaño, yo no vengo trayendo regalos o dones. Vengo simplemente con una intención: rezar por el regalo precioso de la unidad, de la paz para Oriente Medio", dijo el Pontífice al visitar el centro "Regina Pacis", de Ammán, para la rehabilitación de discapacitados.
Dicho centro es obra del Patriarcado Latino y ha sido construido con la ayuda de la ONG española "Promoción Social de Culturas".
En su primer acto, después de ser recibido en el aeropuerto de Ammán por el rey Abdalá II de Jordania y su esposa, la reina Raina, el Obispo de Roma pidió "paz para Jerusalén, para la Tierra Santa, para la región, para toda la familia humana, una paz duradera basada en la justicia, la integridad y la compasión que surge del perdón, de la humildad y del profundo deseo de vivir en armonía".
"Paz" fue la palabra que más pronunció el Papa en esta primera jornada del viaje de ocho días a los Santos Lugares y ya de ella habló con los periodistas que le acompañaban en el avión que le llevó de Roma a Ammán, a los que dijo que espera que esta peregrinación contribuya al proceso de paz en Oriente Medio.
Afirmó que la Iglesia "no es un poder político sino una fuerza espiritual".
A juicio del Pontífice se puede contribuir al proceso potenciando los rezos ("Dios escucha y millones de personas rezando es una gran fuerza"), ayudando a formar las conciencias "para que el proceso no se vea obstaculizado por intereses particulares" y a través de la razón, "que ayuda a entender todo lo que contribuye a la paz".
A su llegada a Ammán, en el discurso que pronunció ante el rey Abdalá II, el Papa abogó por "la libertad religiosa y el respeto de los derechos inalienables y la dignidad del hombre, así como por una paz duradera, verdadera y justa para todos los que viven en Oriente Medio".
Abdalá II mostró su ayuda "para alejar las sombras del conflicto mediante negociaciones que satisfagan el derecho de los palestinos a la libertad y a una nación y el derecho de los israelíes a la seguridad".
El monarca reiteró que es necesario salvaguardar la identidad de Jerusalén "como Ciudad Santa, lugar de culto para todos".
Asimismo, pidió para que "se nos ayude a establecer una convivencia pacífica; que cada familia pueda vivir en seguridad, donde ningún niño sea abandonado a la violencia y a la destrucción, donde todas las comunidades conozcan el poder de la reconciliación y donde el pueblo palestino pueda terminar con la ocupación y el sufrimiento y compartir el derecho y la dignidad de la libertad".
El Pontífice abogó por un "diálogo trilateral" entre las tres religiones monoteístas", la cristiana, la judía y la musulmana, al considerar que es importantísimo para la paz y para que cada uno viva bien la propia religión".
Igualmente, se mostró convencido de que el diálogo con los judíos, "a pesar de los malentendidos" de los siglos está consiguiendo "progresos y que ello ayudará a la paz".
El Papa expresó su respeto por la comunidad musulmana y recordó las iniciativas jordanas "Mensaje de Ammán", un llamamiento del Islam a la tolerancia, y el "Mensaje Interreligioso de Ammán", dirigido a los cristianos y a los judíos para promover la paz.
Dijo que esas iniciativas han "favorecido una alianza de civilizaciones entre el mundo occidental y el musulmán, desmintiendo las predicciones de aquellos que consideran inevitable la violencia o el conflicto".
Benedicto XVI ya dijo que venía a Tierra Santa a apoyar a los cristianos, que apenas son 240.000 entre Jordania, Israel y Palestina, y van descendiendo con el paso de los años. Hoy les pidió que no abandonen la zona, que tengan "humildad y paciencia y sean valientes" ya que "son indispensables para la paz".
Mañana, el Papa visitará el Monte Nebo, donde según la Biblia el Señor mostró a Moisés la Tierra Prometida, que no pudo pisar por morir antes, y una mezquita de Ammán, la segunda vez que pisa un templo musulmán tras la "Azul" de Estambul. EFE
"Al contrario de los peregrinos de antaño, yo no vengo trayendo regalos o dones. Vengo simplemente con una intención: rezar por el regalo precioso de la unidad, de la paz para Oriente Medio", dijo el Pontífice al visitar el centro "Regina Pacis", de Ammán, para la rehabilitación de discapacitados.
Dicho centro es obra del Patriarcado Latino y ha sido construido con la ayuda de la ONG española "Promoción Social de Culturas".
En su primer acto, después de ser recibido en el aeropuerto de Ammán por el rey Abdalá II de Jordania y su esposa, la reina Raina, el Obispo de Roma pidió "paz para Jerusalén, para la Tierra Santa, para la región, para toda la familia humana, una paz duradera basada en la justicia, la integridad y la compasión que surge del perdón, de la humildad y del profundo deseo de vivir en armonía".
"Paz" fue la palabra que más pronunció el Papa en esta primera jornada del viaje de ocho días a los Santos Lugares y ya de ella habló con los periodistas que le acompañaban en el avión que le llevó de Roma a Ammán, a los que dijo que espera que esta peregrinación contribuya al proceso de paz en Oriente Medio.
Afirmó que la Iglesia "no es un poder político sino una fuerza espiritual".
A juicio del Pontífice se puede contribuir al proceso potenciando los rezos ("Dios escucha y millones de personas rezando es una gran fuerza"), ayudando a formar las conciencias "para que el proceso no se vea obstaculizado por intereses particulares" y a través de la razón, "que ayuda a entender todo lo que contribuye a la paz".
A su llegada a Ammán, en el discurso que pronunció ante el rey Abdalá II, el Papa abogó por "la libertad religiosa y el respeto de los derechos inalienables y la dignidad del hombre, así como por una paz duradera, verdadera y justa para todos los que viven en Oriente Medio".
Abdalá II mostró su ayuda "para alejar las sombras del conflicto mediante negociaciones que satisfagan el derecho de los palestinos a la libertad y a una nación y el derecho de los israelíes a la seguridad".
El monarca reiteró que es necesario salvaguardar la identidad de Jerusalén "como Ciudad Santa, lugar de culto para todos".
Asimismo, pidió para que "se nos ayude a establecer una convivencia pacífica; que cada familia pueda vivir en seguridad, donde ningún niño sea abandonado a la violencia y a la destrucción, donde todas las comunidades conozcan el poder de la reconciliación y donde el pueblo palestino pueda terminar con la ocupación y el sufrimiento y compartir el derecho y la dignidad de la libertad".
El Pontífice abogó por un "diálogo trilateral" entre las tres religiones monoteístas", la cristiana, la judía y la musulmana, al considerar que es importantísimo para la paz y para que cada uno viva bien la propia religión".
Igualmente, se mostró convencido de que el diálogo con los judíos, "a pesar de los malentendidos" de los siglos está consiguiendo "progresos y que ello ayudará a la paz".
El Papa expresó su respeto por la comunidad musulmana y recordó las iniciativas jordanas "Mensaje de Ammán", un llamamiento del Islam a la tolerancia, y el "Mensaje Interreligioso de Ammán", dirigido a los cristianos y a los judíos para promover la paz.
Dijo que esas iniciativas han "favorecido una alianza de civilizaciones entre el mundo occidental y el musulmán, desmintiendo las predicciones de aquellos que consideran inevitable la violencia o el conflicto".
Benedicto XVI ya dijo que venía a Tierra Santa a apoyar a los cristianos, que apenas son 240.000 entre Jordania, Israel y Palestina, y van descendiendo con el paso de los años. Hoy les pidió que no abandonen la zona, que tengan "humildad y paciencia y sean valientes" ya que "son indispensables para la paz".
Mañana, el Papa visitará el Monte Nebo, donde según la Biblia el Señor mostró a Moisés la Tierra Prometida, que no pudo pisar por morir antes, y una mezquita de Ammán, la segunda vez que pisa un templo musulmán tras la "Azul" de Estambul. EFE
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