La preocupación por la severa crisis económica que vive Portugal también estará presente durante las celebraciones, que ofrecen una intensa agenda de actividades.
La plaza del Municipio, sede del Ayuntamiento de Lisboa y donde hace cien años los sublevados anunciaron su triunfo, acogerá las principales conmemoraciones del día, con un discurso el Presidente de la República, el conservador Aníbal Cavaco Silva; del primer ministro del país, el socialista José Sócrates, y del alcalde capitalino, Antonio Costa.
La preocupación por la severa crisis económica que vive Portugal, una de las peores que se recuerdan, también estará presente durante las celebraciones, que ofrecen una intensa agenda de actividades.
Conferencias, exposiciones, obras de teatro y conciertos alusivos a la historia más reciente del país pretenden, sobre todo, movilizar a los más jóvenes e implicarles en la participación cívica.
Hastiados de la subyugación portuguesa a los intereses coloniales británicos y de la inestabilidad política y social, el 5 de octubre de 1910 los republicanos anunciaron el triunfo de su sublevación, que habían gestado en la sombra durante la década precedente.
La frustrada revolución republicana del 31 de enero de 1891 y el asesinato del rey Don Carlos y el príncipe heredero, Luis Filipe, el 1 de febrero de 1908, habían allanado el camino para el éxito de la revuelta de octubre, en la que se enfrentaron las fuerzas leales a la monarquía y militares afines a la República.
Después de intensos combates en el centro de Lisboa que se saldaron con decenas de muertos en ambos bandos, los sublevados, pertrechados en varios puntos estratégicos, lograron forzar la salida del rey Don Manuel II a la ciudad de Mafra, a unos 40 kilómetros al noroeste de la capital lusa.
En la madrugada del 4 de octubre, los revolucionarios ya habían garantizado su victoria en las grandes ciudades del país y nombraron un Gobierno provisional hasta la aprobación de la Constitución de 1911 que dio inicio a la Primera República.
Entre otros cambios, el nuevo Régimen trajo distintos símbolos nacionales -el himno y la bandera-, la separación entre el Estado e Iglesia y la preocupación por que Portugal fuese reconocida en la comunidad internacional.
Desde la instauración republicana, Portugal vivió una larga dictadura (1926-1974) y tuvo varias fases de inestabilidad y profundos cambios, como la revolución de los Claveles de 1974 que trajo la democracia y su integración en la Unión Europea en 1985, que otorgó al país uno de sus mayores periodos de prosperidad.
EFE
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