"Antes la policía abusaba mucho más de nosotros, ahora como se dan cuenta de que conocemos nuestros derechos nos respetan más", señala trabajador sexual.
Bajo la sombra del caos y la pobreza de Bombay, integrantes de los 148 núcleos de prostitución masculina de esta ciudad se organizan para evitar los abusos policiales, la violencia de los clientes y el peligro del sida.
"Yo uso condones en todas las situaciones y con todos los clientes. Si no quieren, me invento artimañas para al final colocárselo, es mi vida la que está en juego", asegura Ramesh, de 28 años, quien se prostituye desde hace más de una década.
Ramesh trabaja en la estación Andheri y participa en el programa de la ONG The Humsafar Trust, una de las organizaciones pioneras en la India en la lucha por los derechos de los hombres que ejercen la prostitución con hombres.
The Humsafar Trust trata de concienciarles de los riesgos del sida y también les enseñan legislación para que conozcan sus derechos.
"Antes la policía abusaba mucho más de nosotros, ahora como se dan cuenta de que conocemos nuestros derechos nos respetan más", señala Ramesh, quien revela que "muchos también son clientes".
La Organización Nacional de Lucha contra el Sida estima que 2,3 millones de hombres que tienen sexo con hombres corren el riesgo de contraer el virus del VIH.
La homosexualidad era considerada delito por el Código Penal indio hasta el año pasado cuando el Tribunal Superior de Delhi dictaminó que la penalización de actos homosexuales viola los derechos fundamentales de la Constitución.
The Humsafar Trust es una de las organizaciones receptoras de una donación de 21 millones de dólares que entregará en los próximos años el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
Ramesh entró en contacto con esa ONG hace casi cinco años y desde entonces transmite un mensaje de autoprotección entre sus compañeros.
"Coordino al grupo para que todos estemos conectados a través del móvil y podamos salir a ayudar inmediatamente al que lo precise", indica Ramesh.
La mayoría de estos hombres ejerce otra profesión durante el día, y por la noche se prostituyen para obtener ingresos extras, como Aslan, quien explica "yo me lo planteo así: si el tipo me gusta, lo hago por placer, aunque cobro igual, si no me gusta, es un trabajo como otro cualquiera. Tengo que mantener a mis dos hermanas no casadas, y a mi madre".
El precio siempre es negociable, depende de la tarea a practicar y de la oferta y la demanda, aunque oscila entre los 2 y los 20 dólares.
Ashok Row Kavi, fundador de Humsafar, dice que "ejercen por razones económicas porque deben mantener a su familias" pero "ahora que están más protegidos, se sienten menos frágiles, más fuertes".
Una situación que se reproduce entre los 50 jóvenes que ejercen de masajistas "y lo que haga falta después", en palabras de Row, en la playa Juhu.
Krishna es el líder, trabaja de masajista desde hace 10 años y poco a poco fue llamando a chicos de su pueblo, en el interior del país, para que vinieran "a ganarse la vida".
"Ninguno se engañó, sabía a lo que venía, pero juntos nos protegemos, y todos son conscientes de los riesgos del sida y de cómo evitarlos", explicó Krishna, también miembro de Humsafar.
Estos son más jóvenes y más vulnerables que los chicos que se prostituyen en la estación de Andheri, según los activistas de Humsafar, quienes señalan que además no confirman su identidad homosexual, como sí lo hacen los primeros.
Sin embargo, todos tienen un punto en común: cuando sus familias les exijan casarse, lo harán sin titubear.
-EFE
"Yo uso condones en todas las situaciones y con todos los clientes. Si no quieren, me invento artimañas para al final colocárselo, es mi vida la que está en juego", asegura Ramesh, de 28 años, quien se prostituye desde hace más de una década.
Ramesh trabaja en la estación Andheri y participa en el programa de la ONG The Humsafar Trust, una de las organizaciones pioneras en la India en la lucha por los derechos de los hombres que ejercen la prostitución con hombres.
The Humsafar Trust trata de concienciarles de los riesgos del sida y también les enseñan legislación para que conozcan sus derechos.
"Antes la policía abusaba mucho más de nosotros, ahora como se dan cuenta de que conocemos nuestros derechos nos respetan más", señala Ramesh, quien revela que "muchos también son clientes".
La Organización Nacional de Lucha contra el Sida estima que 2,3 millones de hombres que tienen sexo con hombres corren el riesgo de contraer el virus del VIH.
La homosexualidad era considerada delito por el Código Penal indio hasta el año pasado cuando el Tribunal Superior de Delhi dictaminó que la penalización de actos homosexuales viola los derechos fundamentales de la Constitución.
The Humsafar Trust es una de las organizaciones receptoras de una donación de 21 millones de dólares que entregará en los próximos años el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
Ramesh entró en contacto con esa ONG hace casi cinco años y desde entonces transmite un mensaje de autoprotección entre sus compañeros.
"Coordino al grupo para que todos estemos conectados a través del móvil y podamos salir a ayudar inmediatamente al que lo precise", indica Ramesh.
La mayoría de estos hombres ejerce otra profesión durante el día, y por la noche se prostituyen para obtener ingresos extras, como Aslan, quien explica "yo me lo planteo así: si el tipo me gusta, lo hago por placer, aunque cobro igual, si no me gusta, es un trabajo como otro cualquiera. Tengo que mantener a mis dos hermanas no casadas, y a mi madre".
El precio siempre es negociable, depende de la tarea a practicar y de la oferta y la demanda, aunque oscila entre los 2 y los 20 dólares.
Ashok Row Kavi, fundador de Humsafar, dice que "ejercen por razones económicas porque deben mantener a su familias" pero "ahora que están más protegidos, se sienten menos frágiles, más fuertes".
Una situación que se reproduce entre los 50 jóvenes que ejercen de masajistas "y lo que haga falta después", en palabras de Row, en la playa Juhu.
Krishna es el líder, trabaja de masajista desde hace 10 años y poco a poco fue llamando a chicos de su pueblo, en el interior del país, para que vinieran "a ganarse la vida".
"Ninguno se engañó, sabía a lo que venía, pero juntos nos protegemos, y todos son conscientes de los riesgos del sida y de cómo evitarlos", explicó Krishna, también miembro de Humsafar.
Estos son más jóvenes y más vulnerables que los chicos que se prostituyen en la estación de Andheri, según los activistas de Humsafar, quienes señalan que además no confirman su identidad homosexual, como sí lo hacen los primeros.
Sin embargo, todos tienen un punto en común: cuando sus familias les exijan casarse, lo harán sin titubear.
-EFE
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