El Centro de Coordinación de Desastres indicó que unos 18.000 hogares y edificios públicos han sido derruidos o dañados por el terremoto.
Los servicios de rescate reanudaron hoy la búsqueda de víctimas, después de que miles de indonesios de la zona de la isla de Java por el fuerte terremoto pasaran la noche a la intemperie y entre edificios destruidos.
El panorama es desolador en el distrito de Cipatujah, situado en la costa y escasa distancia del epicentro del violento sísmo, que según cifras provisionales, causó 45 muertos y más de 400 heridos en distintas áreas de Java.
En Cipatujah, un distrito rural y al que resulta difícil llegar, decenas de casas humildes, de cemento o madera, han sido reducidas a escombros, y los damnificados que no encontraron cobijo en hogares o en mezquitas, tuvieron que pasar la noche al raso.
La Policía del distrito dijo que el terremoto de 7,4 grados en la escala de Richter ocurrido el martes, ha destruido al menos 345 casas y dañado otras 1.245 sólo en esta zona, según los primeros datos de los que disponen.
El Centro de Coordinación de Desastres indicó que unos 18.000 hogares y edificios públicos han sido derruidos o dañados por el seísmo.
No obstante, estiman que estas cifras podrían aumentar a medida que avancen las tareas de los equipos de emergencia.
Sin embargo, ni la Policía local ni el centro de salud (Pukesmas) de Cipatujah, tenían por el momento constancia de heridos graves o fallecidos, lo que indica que la mayoría de las muertes no se han producido en el medio rural, sino que en las áreas urbanas, por su mayor densidad de población.
"Muchos de los que se han quedado sin hogar tras el terremoto se han marchado a las casas de sus familiares o han ido a dormir a las mezquitas", explicó Taufik, un indonesio que regenta un humilde restaurante en Cipatujah, a escasos metros de la playa.
Los vecino de esta localidad, ubicada a más de ocho horas de Yakarta por carretera, aguardan todavía la llegada de los camiones con ayuda humanitaria anunciada ayer por el Gobierno de Indonesia poco después del seísmo, y que incluye tiendas de campaña, mantas, alimentos, y utensilios para la supervivencia.
"Al principio nos asustamos mucho y pensamos que podría venírsenos encima un tsunami, pero transcurrió el tiempo y no pasó nada", aseguró este joven, quien precisó que los pescadores del lugar percibieron ligeras subidas en el nivel del mar en la costa.
EFE
Comparte esta noticia