Las nuevas medidas, adoptadas en todos los grandes aeropuertos del mundo, responden al atentado fallido en un vuelo de Amsterdam a Detroit (norte de EEUU).
Los numerosos viajeros que usan los aeropuertos de Estados Unidos este domingo, uno de los días de mayor flujo de pasajeros del período de las fiestas de fin de año, tuvieron que enfrentarse a medidas de seguridad reforzadas que en general fueron aceptadas de buen grado.
Dino Melchior, de 50 años, quedó varado en Chicago (norte de EEUU) con sus padres y sus dos hijos luego de que su partida desde Toronto se retrasara dos horas debido a los controles reforzados, lo que lo hizo perder la conexión hacia Hawai.
Las nuevas medidas, adoptadas en todos los grandes aeropuertos del mundo, responden al atentado fallido el día de Navidad en un vuelo de Amsterdam a Detroit (norte de EEUU).
"Aparentemente, hay nuevas directivas que piden que la gente sea inspeccionada físicamente y no estaban preparados para eso", dijo Melchior mientras su hijo adolescente esperaba las maletas.
Funcionarios de seguridad intentaban organizar, sin megáfonos, el caos de pasajeros que se agolpaban en el aeropuerto de Toronto-Pearson.
"Nunca vi nada igual", describe Melchior.
El pasajero cuenta, por ejemplo, que cada bolso de mano era vaciado y revisado, y que se le pidió a los pasajeros que luego de quitarse los zapatos levantaran brevemente cada pie, para mostrarlo a los controladores.
Los empleados de seguridad incluso levantaron el largo cabello negro de su hija para asegurarse de que entre sus bucles no se ocultaba nada.
Melchior dijo que estaba desilusionado por el retraso, pero que entendía la necesidad de reforzar la seguridad.
"Es un inconveniente menor", dijo a AFP.
"Por supuesto me habría gustado estar en el vuelo hacia Hawai. Digamos podrían haber organizado las cosas un poco mejor".
En el aeropuerto de Chicago-O"Hare, uno de los más frecuentados de Estados Unidos, el flujo de pasajeros transcurría pacíficamente el domingo por la tarde y las medidas de seguridad parecían no haber cambiado.
La gente se sacaba los zapatos y abrigos y los ponía en las cajas de plástico grises que pasaban bajo rayos X.
Algunos pasajeros eran apartados para que los controladores les registraran el cuerpo, mientras la mayoría de los bolsos pasaban sin el escaneo inicial.
"Todo fue sobre ruedas", afirmó Don Kawamoto, supervisor de la estadounidense agencia federal de seguridad del transporte (TSA, por su sigla en inglés) en el Terminal 1.
"Los pasajeros estaban contentos.
Estuvo bien planeado por la TSA, teníamos suficiente gente y funcionó".
Kamesh Nara, un ingeniero de 25 años que vive en Carolina del Sur (sureste de EEUU), piensa que habría que hacer más para garantizar la seguridad de los pasajeros aéreos, tras el intento de atentado de un joven nigeriano el viernes.
"¿Cómo es que el tipo consiguió subirse al avión?", se pregunta.
"Es una falla del gobierno".
Nara, que viaja a India por primera vez en diez años para ver a su familia, no pretende dejar de volar a pesar de los riesgos de atentados.
"Uno se pone nervioso, pero no hay opción. Vengo de India, conozco el problema. Tenemos que luchar contra el terrorismo y tenemos que reforzar la seguridad", dijo.
AFP
Dino Melchior, de 50 años, quedó varado en Chicago (norte de EEUU) con sus padres y sus dos hijos luego de que su partida desde Toronto se retrasara dos horas debido a los controles reforzados, lo que lo hizo perder la conexión hacia Hawai.
Las nuevas medidas, adoptadas en todos los grandes aeropuertos del mundo, responden al atentado fallido el día de Navidad en un vuelo de Amsterdam a Detroit (norte de EEUU).
"Aparentemente, hay nuevas directivas que piden que la gente sea inspeccionada físicamente y no estaban preparados para eso", dijo Melchior mientras su hijo adolescente esperaba las maletas.
Funcionarios de seguridad intentaban organizar, sin megáfonos, el caos de pasajeros que se agolpaban en el aeropuerto de Toronto-Pearson.
"Nunca vi nada igual", describe Melchior.
El pasajero cuenta, por ejemplo, que cada bolso de mano era vaciado y revisado, y que se le pidió a los pasajeros que luego de quitarse los zapatos levantaran brevemente cada pie, para mostrarlo a los controladores.
Los empleados de seguridad incluso levantaron el largo cabello negro de su hija para asegurarse de que entre sus bucles no se ocultaba nada.
Melchior dijo que estaba desilusionado por el retraso, pero que entendía la necesidad de reforzar la seguridad.
"Es un inconveniente menor", dijo a AFP.
"Por supuesto me habría gustado estar en el vuelo hacia Hawai. Digamos podrían haber organizado las cosas un poco mejor".
En el aeropuerto de Chicago-O"Hare, uno de los más frecuentados de Estados Unidos, el flujo de pasajeros transcurría pacíficamente el domingo por la tarde y las medidas de seguridad parecían no haber cambiado.
La gente se sacaba los zapatos y abrigos y los ponía en las cajas de plástico grises que pasaban bajo rayos X.
Algunos pasajeros eran apartados para que los controladores les registraran el cuerpo, mientras la mayoría de los bolsos pasaban sin el escaneo inicial.
"Todo fue sobre ruedas", afirmó Don Kawamoto, supervisor de la estadounidense agencia federal de seguridad del transporte (TSA, por su sigla en inglés) en el Terminal 1.
"Los pasajeros estaban contentos.
Estuvo bien planeado por la TSA, teníamos suficiente gente y funcionó".
Kamesh Nara, un ingeniero de 25 años que vive en Carolina del Sur (sureste de EEUU), piensa que habría que hacer más para garantizar la seguridad de los pasajeros aéreos, tras el intento de atentado de un joven nigeriano el viernes.
"¿Cómo es que el tipo consiguió subirse al avión?", se pregunta.
"Es una falla del gobierno".
Nara, que viaja a India por primera vez en diez años para ver a su familia, no pretende dejar de volar a pesar de los riesgos de atentados.
"Uno se pone nervioso, pero no hay opción. Vengo de India, conozco el problema. Tenemos que luchar contra el terrorismo y tenemos que reforzar la seguridad", dijo.
AFP
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