Según un estudio las enfermeras de un geriátrico sueco reportaron ser un 20% más felices y tener más energía en el trabajos con jornadas de 6 horas.
(Agencia N+1 / Beatriz de Vera) ¿Qué harías con tu tiempo si pudieras trabajar menos? Imagina una vida personal más acorde a tus intereses, una jornada que no desgaste tu energía, que propicie la contratación de más personal, y que, además, te otorgue tiempo y dinero para consumir libremente. Esto parece un acuerdo win-win entre empresas y empleados. Pero en un sistema obnubilado por los índices de productividad, los empresarios se echan las manos a la cabeza ante la idea de una reducción de horas por el mismo sueldo. ¿Y si este miedo a que caiga la producción fuera simplemente un mito?
Durante aproximadamente un año, las enfermeras del geriátrico de Svartedalens (Suecia) han trabajado seis horas diarias conservando su salario anterior de 8 horas como parte de un experimento financiado por su gobierno para evaluar si una jornada de trabajo más corta puede aumentar la productividad. Aunque el proyecto pareció fracasar en un primer momento porque solo se tuvieron en cuenta los costes de ampliación de la plantilla, un nuevo análisis de los datos ofrecido por Bloomberg presenta un balance mucho más esperanzador.
Más felices y más productivos. Los descansos que necesitaban las 68 enfermeras que trabajaban seis horas diarias eran mucho menores que las del grupo de control y tenían 2,8 veces menos probabilidades de pedir un día libre en un período de dos semanas, según cuenta Bengt Lorentzon, investigador en el estudio. El estrés laboral está detrás de muchas patologías tanto físicas como psicológicas, lo que le supone a la empresa un gran coste económico asociado al absentismo laboral, los descensos de productividad, menos dedicación o, incluso, mayor riesgo de accidentes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además, las trabajadoras reportaron ser un 20% más felices y tener más energía en el trabajo y en su tiempo libre. Esto les permitió hacer un 64% más de actividades con ancianos, lo que supone un incremento directo de la productividad. Según contaba a BBC Jimmy Nilson, CEO de la compañía de comunicación Background AB, "es difícil concentrarse en el trabajo durante 8 horas. Con la jornada reducida, los empleados están más centrados y realizan sus tareas más rápido".
Jornada engañosa. Pero, esta reducción de dos horas ¿es algo verdaderamente revolucionario o es solo el fruto de una observación más sensata de nuestro trabajo? Hay voces que aseguran que en una jornada de 8 horas, el trabajo real no supera en mucho las 6. El promedio de tiempo dedicado a actividades privadas, como comprar online, navegar por las redes sociales, hacer llamadas personales y charlar con compañeros, absorbe de 1,5 a 3 horas diarias, según este artículo publicado en The Atlantic. Otro estudio realizado por CareerBuilder afirma que la mayoría de los trabajadores pierden al menos una hora o más cada día de trabajo en asuntos personales.
Más allá de la productividad, ¿qué pasa con la calidad de vida? Quizá gozar de un ambiente distendido y una carga de trabajo repartida holgadamente durante la jornada, puede resultar beneficioso, pero ¿compensa si es a costa de un día más largo y menos tiempo para el descanso y el ocio? Muchos dirán que salen perdiendo con el trato, especialmente los millenials (nacidos entre 1980 y 1995, aproximadamente), una generación que parece valorar más que sus predecesores el tiempo libre y el equilibrio entre trabajo y vida personal. Un ejemplo de esto es Dinamarca, un país en el que se trabaja en promedio 37 horas y en el que sus habitantes dedican 68% del día a las actividades básicas y al tiempo libre, razones por las que está considerado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) uno de los mejores países para vivir.
Otra propuesta. Y ya que imaginamos, ¿por qué trabajar 5 días a la semana? Carlos Slim, dueño de una de las mayores fortunas del planeta, propuso hace unos años que la semana laboral quede reducida a 3 días con 11 horas de trabajo cada uno. Aunque la jornada laboral es agotadora, los fines de semana pasarían a tener 4 días, lo que hay que reconocer que resulta atractivo.
Pero detrás de esta idea no hay un pensamiento filantrópico: el magnate ve una oportunidad de negocio puesto que en esos días libres los trabajadores tendrían más necesidades de entretenimiento y consumo. En cualquier caso, hay lugar para el optimismo: en la década de los 50 la actual jornada de 8 horas era un pensamiento subversivo, y ahora nos resulta arcaico. Y los tiempos, afortunadamente, no dejan de cambiar.
Comparte esta noticia