Los dos meses de caos en Bangkok por las protestas de los Camisas Rojas, podrían ser solo el preludio de violencia en el resto del país, advierten los analistas.
Dos meses de caos en las calles de Bangkok podrían ser un mero anticipo de la violencia política que podría extenderse en Tailandia a medida que los movimientos de protesta se van radicalizando, indicaron analistas este jueves.
Los observadores dijeron que aunque en su turbulenta historia, Tailandia a menudo ha sido víctima de disturbios civiles y golpes de Estado, ahora avanza hacia un terreno desconocido cuando aumenta el abismo entre las elites y los pobres de las zonas rurales y urbanas.
"En el pasado se han registrado protestas, pero nunca vimos expresiones de cólera y furia de esta magnitud", dijo Thitinan Pongsudhirak, un politólogo de la prestigiosa Universidad Chulalongkorn de Bangkok.
"La intensa emoción de las convicciones políticas ha aumentado lo que está en juego en la política tailandesa. También se ha incrementado la polarización", explicó.
El miércoles, las tropas expulsaron a los "camisas rojas" que manifestaban contra el gobierno desde su campamento en el distrito comercial céntrico, poniendo fin a disturbios durante los cuales murieron al menos 75 personas y unas 1.800 sufrieron heridas desde mediados de marzo.
Algunos sectores de la capital quedaron convertidos en campos de batalla mientras los "camisas rojas" luchaban contra las fuerzas de seguridad en su campaña para derrocar al primer ministro Abhisit Vejjajiva.
No obstante, los analistas dijeron que habrá más disturbios.
El gobierno declaró el estado de emergencia en 23 provincias así como en Bangkok, para tratar de impedir que la violencia se expanda a las zonas rurales y pobres del nordeste, bastión de los "rojos".
Los edificios de cuatro intendencias del interior del país fueron ocupados e incendiados por manifestantes, lo que indica que los enfrentamientos ya se están extendiendo a las provincias.
Pavin Chachavalpongpun, del Instituto para Estudios sobre el Sudeste Asiático de Singapur, dijo que la violencia se está convirtiendo en parte de la cultura política en Tailandia.
"Treinta y cinco edificios están ardiendo, no sólo en Bangkok sino en otras partes de Tailandia. Esto significa la radicalización de la política tailandesa. Yo lo llamaría la nueva radicalización de Tailandia", declaró a la AFP.
"Esto no es el fin del conflicto, es tan sólo el comienzo de otra etapa de la guerra. Llámelo como quiera: guerra civil, guerra de guerrillas, es una cuestión de interpretación", agregó.
A pesar de una reputación de tranquilidad que ayudó a fomentar una lucrativa industria turística, Tailandia se ha sumido regularmente en períodos de crisis política, incluyendo 18 golpes de Estado o intentos de putsch.
En este país se han registrado regularmente episodios de violencia en los cuales los soldados se enfrentaban a los manifestantes, sobre todo en 1992, cuando el rey Bhumibol Adulyadej llevó a cabo una dramática intervención para poner fin a las hostilidades.
Los "rojos" se quejan de que los pobres de Tailandia han quedado marginados, mientras la clase media de Bangkok goza de los frutos de décadas de crecimiento económico y las elites controlan el poder político y militar.
Muchos de los "camisas rojas" son partidarios del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, que fue derrocado por un golpe de Estado en 2006.
Thaksin, querido por el pueblo debido a su política populista que benefició a los pobres, fue acusado de importantes violaciones de los derechos humanos y de corrupción. AFP
Los observadores dijeron que aunque en su turbulenta historia, Tailandia a menudo ha sido víctima de disturbios civiles y golpes de Estado, ahora avanza hacia un terreno desconocido cuando aumenta el abismo entre las elites y los pobres de las zonas rurales y urbanas.
"En el pasado se han registrado protestas, pero nunca vimos expresiones de cólera y furia de esta magnitud", dijo Thitinan Pongsudhirak, un politólogo de la prestigiosa Universidad Chulalongkorn de Bangkok.
"La intensa emoción de las convicciones políticas ha aumentado lo que está en juego en la política tailandesa. También se ha incrementado la polarización", explicó.
El miércoles, las tropas expulsaron a los "camisas rojas" que manifestaban contra el gobierno desde su campamento en el distrito comercial céntrico, poniendo fin a disturbios durante los cuales murieron al menos 75 personas y unas 1.800 sufrieron heridas desde mediados de marzo.
Algunos sectores de la capital quedaron convertidos en campos de batalla mientras los "camisas rojas" luchaban contra las fuerzas de seguridad en su campaña para derrocar al primer ministro Abhisit Vejjajiva.
No obstante, los analistas dijeron que habrá más disturbios.
El gobierno declaró el estado de emergencia en 23 provincias así como en Bangkok, para tratar de impedir que la violencia se expanda a las zonas rurales y pobres del nordeste, bastión de los "rojos".
Los edificios de cuatro intendencias del interior del país fueron ocupados e incendiados por manifestantes, lo que indica que los enfrentamientos ya se están extendiendo a las provincias.
Pavin Chachavalpongpun, del Instituto para Estudios sobre el Sudeste Asiático de Singapur, dijo que la violencia se está convirtiendo en parte de la cultura política en Tailandia.
"Treinta y cinco edificios están ardiendo, no sólo en Bangkok sino en otras partes de Tailandia. Esto significa la radicalización de la política tailandesa. Yo lo llamaría la nueva radicalización de Tailandia", declaró a la AFP.
"Esto no es el fin del conflicto, es tan sólo el comienzo de otra etapa de la guerra. Llámelo como quiera: guerra civil, guerra de guerrillas, es una cuestión de interpretación", agregó.
A pesar de una reputación de tranquilidad que ayudó a fomentar una lucrativa industria turística, Tailandia se ha sumido regularmente en períodos de crisis política, incluyendo 18 golpes de Estado o intentos de putsch.
En este país se han registrado regularmente episodios de violencia en los cuales los soldados se enfrentaban a los manifestantes, sobre todo en 1992, cuando el rey Bhumibol Adulyadej llevó a cabo una dramática intervención para poner fin a las hostilidades.
Los "rojos" se quejan de que los pobres de Tailandia han quedado marginados, mientras la clase media de Bangkok goza de los frutos de décadas de crecimiento económico y las elites controlan el poder político y militar.
Muchos de los "camisas rojas" son partidarios del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, que fue derrocado por un golpe de Estado en 2006.
Thaksin, querido por el pueblo debido a su política populista que benefició a los pobres, fue acusado de importantes violaciones de los derechos humanos y de corrupción. AFP
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