La historia de Luis Acensio Cordero, un inmigrante salvadoreño cuya visa fue negada por sus tatuajes, es un caso que ha generado gran polémica entre la comunidad latinoamericana.
En una encrucijada legal que podría definir el destino de muchos inmigrantes, la Corte Suprema de Estados Unidos se dispone a determinar el caso de Luis Acensio Cordero, un salvadoreño cuya entrada al país le fue denegada en parte debido a sus tatuajes.
La historia se remonta a 2008, cuando Acensio, entonces indocumentado, conoció a Sandra Muñoz, una destacada abogada de derechos civiles estadounidense, con quien contrajo matrimonio dos años después.
En 2013, buscando obtener la residencia permanente a través de la ciudadanía de su esposa, Acensio regresó a El Salvador para su última cita en el consulado estadounidense.
Sin embargo, durante la revisión, fue solicitado a desnudarse y tomaron fotografías de sus tatuajes, que incluían imágenes como la Virgen de Guadalupe, máscaras de teatro, dados y naipes, elementos que representan recuerdos de su infancia.
La solicitud de residencia de Acensio fue posteriormente rechazada en 2015, alegando que el Gobierno creía que era miembro de la banda criminal MS-13 basándose en la entrevista, su historial criminal y sus tatuajes. Desde entonces, ha vivido separado de su esposa y su hija, sin poder ingresar a Estados Unidos, ya que además le han negado la visa para retornar.
En octubre de 2022, la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito concluyó que el Gobierno había violado los derechos fundamentales de Muñoz al negar la entrada a su esposo. Sin embargo, la administración de Biden impugnó la resolución, llevando el caso a la Corte Suprema. Si el tribunal supremo declina asumir el caso, la decisión de la corte de apelaciones podría prevalecer, permitiendo a Acensio regresar a Estados Unidos y marcando un precedente para inmigrantes en situaciones similares.
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