A continuación, un análisis completo sobre lo que le espera a Argentina en el nuevo gobierno de Mauricio Macri.
Llegó la "hora de la verdad": el opositor Mauricio Macri fue electo hoy presidente de Argentina y el próximo 10 de diciembre, cuando asuma el Gobierno tras doce años y medio de kirchnerismo en el poder, descubrirá qué tan mal o bien está la economía del país suramericano.
Con estadísticas oficiales sumidas en el descrédito desde hace casi nueve años, lo primero será determinar cuál es la real tasa de actividad económica. Según los datos oficiales, Argentina crece: 2,8 % en septiembre frente a igual mes del año anterior.
Pero para los organismos internacionales Argentina terminará este año con un crecimiento casi nulo, del 0,4 %, y se contraerá 0,7 % en 2016.
No es una simple discusión técnica. Macri debe saber si se estrenará con una economía estancada o en caída. Y de inicio tiene un problema: un Presupuesto 2016, diseñado por el kirchnerismo y ya aprobado por el Parlamento, que incluye una pauta de crecimiento económico del 3 %, de difícil cumplimiento.
Un panorama bastante complicado a priori para Macri
La caja de Pandora que se abrirá antes de las Navidades también incluye otras posibles sorpresas desagradables para el nuevo Gobierno: a cuánto asciende realmente el déficit fiscal primario (unos 4.800 millones de dólares en el primer semestre, según datos oficiales) y cuál es el verdadero nivel de reservas monetarias (26.000 millones de dólares, según el Banco Central).
"Creo que lo más importante es la herencia a nivel económico porque hay un déficit fiscal importante. Se deja una bomba de tiempo", dijo a Efe Celia Kleiman, directora de la consultora Polldata.
Para la analista, Macri, que viene de ocho años de gestión al frente del Gobierno capitalino, "va a tener que desarmar esta bomba y seguramente eso va a equivaler a una política de mayor o menor grado de ajuste, pero de ajuste al fin".
El flamante presidente electo rehuye a hablar de "ajuste", casi una mala palabra para los argentinos castigados por crisis cíclicas, y en su entorno prefieren hablar de "sincerar la economía".
Y eso incluye transparentar la inflación, que para el Gobierno de Cristina Fernández acumuló un alza del 11,9 % en los primeros diez meses del año y para la oposición ronda el 25 %.
El difícil tema del cepo cambiario
La llegada de Macri a la Casa Rosada supondrá también un nuevo valor para el tipo de cambio, si es que el líder del conservador frente Cambiemos cumple con una de sus principales promesas de campaña: dar por finiquitado el odioso "cepo cambiario" instaurado a finales de 2011 por el Gobierno de Fernández para intentar, en vano, contener la fuga de divisas.
Terminar con las restricciones cambiarias, que no solo afectan a los pequeños inversores sino a los importadores y a las empresas que desean girar dividendos, puede resultar un paso peligroso.
El tipo de cambio oficial actual es de 9,67 pesos por unidad. La cotización en el mercado ilegal ronda los 15 pesos. No son pocos los economistas que advierten que barrer de un plumazo el cepo, en vez de desmontar las restricciones de modo gradual, puede resultar en una fuerte devaluación y un salto inflacionario mayor.
Para templar los nervios, Rogelio Frigerio, uno de los principales asesores económicos de Macri, prometió que se aplicará "una política monetaria que proteja el peso nacional".
Las promesas incluyen levantar las restricciones a las importaciones, dar incentivos al empleo, rebajar algunos impuestos y un plan de infraestructura con proyectos por hasta 120.000 millones de dólares.
Potenciar las inversiones
Macri apuesta a que el cambio de Gobierno suponga un giro en el humor de los inversores, un regreso de los capitales al país y un retorno de la nación suramericana a los mercados financieros internacionales.
Y esto último dependerá en gran medida de la solución que el futuro Gobierno le de al complejo conflicto judicial con los fondos especulativos que le reclaman a Argentina 1.300 millones de dólares, más abultados intereses, por bonos en mora desde finales de 2001, un litigio que ha puesto al país contra las cuerdas en materia de financiación externa.
EFE
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