Esta especie de tigre desapareció en el siglo XX como consecuencia del daño que los humanos causaron en su hábitat.
(Agencia N+1 / Hans Huerto) El tigre persa o tigre del Caspio desapareció a mediados del siglo XX de su hábitat natural en Asia. A pesar de que unos 15 años antes de que el último ejemplar fuera visto con vida, el entonces gobierno soviético prohibió su caza, las políticas que había impulsado a inicios de siglo, para fomentar el desarrollo de proyectos agrícolas cerca a zonas ribereñas, habían afectado irremediablemente el hábitat de estos animales y su población (quien buscara instalar su granja y se topara con un ejemplar que amenazara su seguridad, podía asesinarlo).
Pero desde hace un par de años un proyecto busca devolverlo a la Tierra. Ello, gracias a las similitudes que este tigre —de 10 m de largo y hasta 240 kg de peso— guarda con el siberiano. Una investigación de 2015, impulsada por el World Wide Fund for Nature (WWF) en museos en Rusia, Kazajstán y Azerbaiyán comparó el ADN de persas, preservado en estos recintos, y halló que ambas especies estaban “tan íntimamente ligados como para ser tratados como subespecies por separado.
La reintroducción de esta especie a las zonas que antes dominaba el tigre persa es la manera en que se pretende lograr esto. El Asia Central —desde Turquía este hasta la China por el oeste— era donde el tigre persa se erigía como uno de los principales depredadores, con una dieta principalmente compuesta por jabalíes y venados. El tigre siberiano —también llamado anur— parece ser la única subespecie de tigre que ha aumentado significativamente en número en los últimos 65 años. Hoy, unos 520 a 540 todavía viven en estado salvaje.
Gracias al reciente estudio de la Estación de Vida Salvaje Roosevelt en la Universidad de la Ciencia Ambiental y de la Silvicultura (ESF) en Syracuse, Nueva York, publicado en línea en la revista Biological Conservation, se sabe dónde sería mejor empezar el ensayo de la reintroducción de la especie perdida. Se trata de una zona comprendida en el delta del río Ili y el lago Balkhash, donde se inscribe una reserva natural. Ahí, de ejecutarse idealmente el programa de reinserción, se podría alcanzar una población de casi 100 tigres en 50 años.
El gobierno kazajo viene apoyando el proyecto, pues parte de su territorio podría ser el nuevo hábitat de este animal. De hecho, este país pretendía ejecutar el programa desde 2022, pero el reciente estudio echa luces sobre otros aspectos en el lugar que deben ser ajustados previamente a la llegada de los tigres. Por ejemplo, fomentar que la población de sus presas favoritas aumente en los tugai, una suerte de humedales desperdigados en medio de las frías estepas de la zona, matizados con pantanos, breves desiertos y bancos de fango. Aumentar la población de animales de los que se alimentaría el tigre tomaría al menos 15 años.
El equipo identificó cerca de 7.000 kilómetros cuadrados de hábitat adecuado y de acuerdo con las proyecciones de los científicos el área podría soportar a una población de entre 64 y 98 tigres dentro de 50 años si se introducen 40 a 55 tigres. La caída del modelo soviético y la emergencia de polos de desarrollo urbanos hacen que los aspectos que amenazaban antes al tigre persa en el lugar, hoy hayan desparecido.
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