Cada vez más japoneses deciden pasar sus jornadas laborales en lugares de lo más insólitos.
Con tal de escapar de la aburrida vida de la oficina, cada vez más japoneses deciden irse a trabajar a lugares de lo más insólitos, desde una cabina en el metro de Tokio a una carpa entre rascacielos o un club de karaoke.
El objetivo es inspirar a los "salarymen", esos ejércitos de empleados masculinos de traje oscuro y camisa blanca que dedican su vida a la empresa, hasta terminar tomando cervezas por la noche con colegas y jefes tras una interminable jornada en la oficina.
En el barrio financiero de Marunouchi, en Tokio, hay hombres de negocios sentados en cojines, con la computadora portátil en las rodillas, dentro de una tienda de campaña rodeada de torres de acero y cristal.
También se los ve a orillas del riachuelo que recorre la periferia de Tokio, en unas "oficinas al aire libre" temporales creadas por Snow Peak Business Solutions, muy populares entre algunas empresas, que han decidido seguir una moda implantada desde hace tiempo en otros países industrializados: sacar a sus empleados del ambiente viciado de la oficina.
Este marco insólito ha dado lugar a "nuevas ideas" en reuniones celebradas en tiendas de campaña en pleno Tokio, destaca Yasuyuki Minami, que trabaja para la rama japonesa del gigante alemán de los programas de gestión de empresa SAP.
"En la oficina, tendemos a tener ideas manidas y estereotipadas. Fue una experiencia interesante estar al aire libre, algo que no vivimos todos los días", agregó su jefe, Tsutomu Ushida, uno de los vicepresidentes de SAP Japan.
Espacio confidencial
Según Ryo Murase, director de la empresa que desarrolla estas oficinas abiertas, a la gente simplemente le gusta trabajar "bajo el sol, sintiendo una suave brisa". "Vivimos en un mundo en el que la inteligencia artificial y los robots están tomando el poder. Creo que nosotros, los humanos, debemos centrarnos más en las emociones, en la inspiración, la compasión, el entusiasmo", señala.
Cada vez son más los hombres de negocios que, cuando están de viaje, usan los clubes de karaoke como oficinas pasajeras.
La mayor compañía japonesa de karaoke, Daiichikosho, lanzó este nuevo servicio en abril de 2017 y abre sus estudios al trabajo de oficina en 33 de sus locales próximos a barrios financieros de grandes ciudades.
Por 600 yenes (unos 4.60 euros; 5.40 dólares) la hora, los usuarios pueden reproducir imágenes en la gran pantalla que en general se usa para las canciones. Los más tímidos pueden entrenarse en el arte de hablar en público para sus presentaciones, con micro y pizarra blanca incluidos, en una habitación insonorizada.
Hideyuki Aoki, un empleado de NTT Communications, recurre a este servicio varias veces por semana cuando está de viaje. "Al principio, me sentía incómodo, pero ahora creo que es muy práctico. Lo uso como una oficina ambulante".
Hay quien aprovecha las cafeterías, pero muchos son reticentes a abrir documentos confidenciales en público.
En cambio, "en un club de karaoke, puedes tener tu propio espacio privado sin riesgo de fugas de informaciones y sin temor a que nadie mire por encima del hombro", afirma Suzuki.
Presión demográfica
Tokyo Metro, la principal compañía gestora del metro tokiota, y Fuji Xerox crearon en junio unas "oficinas satélite" en las estaciones de metro más grandes de la capital nipona. Se trata de unas pequeñas cabinas negras y blancas, equipadas con un escritorio, una silla, una pantalla de computadora y wifi, y se alquilan por 200 yenes el cuarto de hora (alrededor de 1.5 euros; 1.8 dólares).
"El espacio de la oficina tradicional no desparecerá, pero queremos tumbar las barreras y diversificar las prácticas laborales", indica Yasutaro Tanno, un responsable de Fuji Xerox.
Los expertos estiman que el envejecimiento de la población y la bajada del número de activos forzarán a las empresas a modificar sus costumbres laborales. Para Kentaro Arita, economista en Mizuho Research Institute, variar el lugar de trabajo "es una tendencia propia de estos tiempos".
AFP
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