La violencia también se ha extendido a las cárceles como la de Kaski, en Pokhara, donde 900 presos escaparon tras la irrupción de manifestantes en el recinto.
El balance de muertos en Nepal aumentó este martes a 25 desde el inicio de las protestas el lunes, tras la muerte de la esposa de un ex primer ministro, que fue quemada dentro de su vivienda en Katmandú, y de otros manifestantes fallecidos en hospitales y tiroteos con la policía.
La víctima, Rajyalaxmi Chitrakar, era la esposa del ex jefe de Gobierno Jhalanath Khanal y murió en el Hospital de Quemados de Kirtipur después de ser rescatada con heridas críticas, según confirmaron a EFE fuentes hospitalarias.
Este martes, el Hospital Civil confirmó a EFE la muerte de tres manifestantes, mientras que la policía reportó otros dos fallecidos en un tiroteo con fuerzas de seguridad en el barrio de Kalimati, que se suman a los 19 fallecidos del lunes.
La violencia se extendió también a las cárceles. Según informó el medio local 'Onlinekhabar', más de 900 presos escaparon de la prisión de Kaski, en Pokhara, después de que manifestantes del movimiento Generación Z irrumpieran en el recinto, golpearan a agentes de seguridad y destruyeran parte de las instalaciones para facilitar la fuga.
Otras cárceles como las de Kailali y Lalitpur fueron incendiadas, informó el medio local The Kathmandu Post.
Protestas en el Parlamento
El Parlamento, la Oficina de la Presidencia, el Tribunal Supremo y las residencias de al menos dos docenas de ministros -entre ellas la vivienda privada del recién dimitido K.P. Sharma Oli- fueron incendiados durante la jornada, al igual que las oficinas del Kantipur Media Group, el mayor conglomerado de prensa del país.
Las protestas estallaron tras la decisión del Gobierno de prohibir el acceso a 26 redes sociales, entre ellas Facebook, Instagram y TikTok, una medida que los jóvenes nepalíes interpretaron como un ataque a la libertad de expresión, en un contexto de creciente descontento por la corrupción y la desigualdad de la clase política de Nepal.
Las autoridades mantienen el aeropuerto de Katmandú cerrado por seguridad, mientras crece la presión política tras la dimisión del primer ministro K.P. Sharma Oli y de al menos cinco ministros de su gabinete, en un intento fallido por contener la ola de protestas.