Las cabezas del Partido Comunista de China siguen una tradición impuesta por Mao Zedong en 1953. Más que unas vacaciones de playa, estos viajes sirven para tener conversaciones informales y planear los pasos que dará el gigante asiático.
Lluvia y nubarrones se esperan, según las previsiones meteorológicas, en el noreste de China, donde los líderes del Partido Comunista pasan unos días en comunidad disfrutando de la playa y previsiblemente tratando temas como la tormenta que cierne sobre la economía global ante la crisis con Estados Unidos.
En el balneario de Beidaihe arrancó este fin de semana la tradicional escapada de verano de los líderes chinos, una cita en la que, pese al secretismo que siempre la rodea, se espera que la guerra comercial entre EE.UU. y China protagonice las conversaciones.
En los últimos días se ha caldeado más si cabe el ambiente, después de que la semana pasada la administración de Donald Trump anunciara que aumentaba los aranceles a bienes de consumo chinos por valor de 200,000 millones de dólares desde el 10 % propuesto inicialmente a un 25 %.
Esta medida tuvo respuesta de China, con impuestos sobre más de 5,000 productos estadounidenses, en un nuevo episodio de la contienda que empezó en marzo, cuando Trump anunció tarifas sobre las importaciones de acero y aluminio chinos.
La batalla de aranceles entre ambas naciones se fue desarrollando hasta que, en mayo, tras varias rondas de negociaciones, las dos potencias económicas más importantes del mundo sellaron una paz temporal que solo duró unas semanas. A mediados de junio, Trump daba por finalizada la tregua.
Decisiones frente al mar
Beidaihe será la ocasión ideal para que, según señalan los analistas, los líderes del Partido Comunista (PCCh) puedan analizar qué es lo que salió mal y cuáles serán los siguientes pasos de China, que siempre ha abogado por el diálogo y por evitar el conflicto.
El turístico destino se encuentra a unos 300 kilómetros al este de Pekín, en la orilla del mar de Bohai, y, desde que en 1953 Mao Zedong implantara la tradición de veranear en este complejo, el encuentro se ha repetido casi todos los años.
Más que unas vacaciones en la playa, una afición de la que los chinos no son muy fanáticos por su aversión a los rayos del sol, el encuentro en Beidaihe es una ocasión donde los líderes mantienen charlas informales en las que se discuten las próximas líneas a seguir por el Partido.
Poco o nada suele saberse de lo acontecido en esos encuentros, pero cuentan que históricamente los líderes chinos han tomado grandes decisiones. Allí, aseguran, Mao Zedong concibió el plan económico del Gran Salto Adelante, que en los años 50 y 60 causó una hambruna con millones de muertos.
Sin embargo, relatan los analistas que, bajo el mandato del presidente actual, Xi Jinping, el significado de la reunión anual para trazar el rumbo de la nación ha menguado y la influencia de los ancianos del partido ha disminuido, a medida que el PCCh se aleja del liderazgo colectivo para centrar el poder en las manos del mandatario.
El pasado mes de marzo, Xi anunciaba el fin de los límites al mandato presidencial y consolidaba así su poder, poco después del arranque de su segundo periodo de cinco años.
Poco se sabe de la rutina de los líderes en Beidaihe, aunque sí que las medidas de seguridad en la zona son extremas estos días.
Secreto a voces
En 2012, la revista oficial Global People reveló algunos secretos, como el de que un escuadrón de soldados del ejército chino es entrenado en natación de resistencia para rodear la zona en la que se bañan los gerifaltes comunistas y protegerlos así de curiosos y espías.
Sin hacer alusión alguna al encuentro, el diario oficial China Daily informaba de la reunión de Chen Xi, un alto funcionario del PCCh, con académicos y expertos "reunidos en el balneario de Beidaihe".
"Se ha convertido en una tradición desde la primera reunión en 1987 para el liderazgo central invitar a los mejores talentos de China a Beidaihe para unas vacaciones", indica el medio, que asegura que asistieron 72 académicos y expertos de organismos como la Academia de Ciencias de China y la Academia China de Ingeniería.
EFE
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