Según relata la casa de subastas Phillips, Puyi le entregó el reloj a Permyakov en 1950, poco antes de su regreso a China como prisionero para ser juzgado por crímenes de guerra.
Un excepcional reloj de pulsera que perteneció al último emperador de la dinastía Qing, Aisin-Gioro Puyi, saldrá a subasta en Hong Kong el próximo 23 de mayo con un valor estimado en 25 millones de dólares hongkoneses (2,9 millones de euros, 3 millones de dólares) debido a su rareza y procedencia.
Características del reloj
El Patek Imperial, como es conocido, es un Patek Philippe Referencia 96 Quantieme Lune que perteneció en su día al último gobernante de la dinastía Qing.
Además de su valor histórico, el reloj es extremadamente raro, pues tan solo se conocen siete piezas similares, según la casa de subastas Phillips.
La pieza de platino, de 2,5 centímetro de diámetro, presenta una esfera con números arábigos, agujas de oro rosa y una función de "fase lunar" que muestra la visibilidad de la Luna desde la Tierra en un momento preciso.
Parte de su mecanismo interno data de 1929, aunque la marca suiza no comercializó el modelo hasta 1937.
Este tesoro cultural va acompañado de otros objetos que pertenecieron al propio emperador, como un abanico de papel con inscripción, un cuaderno manuscrito, una acuarela y un ejemplar encuadernado en piel de las Anacletas de Confucio.
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Adquisición del reloj
Aunque se desconoce el modo en que Puyi obtuvo el reloj, se sabe que se comercializó en París en una tienda de lujo. Según archivos históricos, el antiguo emperador lo llevó a un campo de prisioneros soviético en Jabarovsk.
Posteriormente se lo regaló a Georgy Permyakov, un experto en mandarín que le sirvió de tutor y traductor ruso durante su periodo de encarcelamiento tras la ocupación japonesa sobre Manchuria tras la Segunda Guerra Mundial.
La historia de Puyi, que sirvió de base a la oscarizada película "El último emperador" de Bernardo Bertolucci, se remonta a 1908, cuando ascendió al trono con apenas dos años.
Menos de cuatro años después se vio obligado a abdicar cuando una revuelta republicana derrocó a la dinastía Qing, aunque pudo seguir residiendo en el palacio imperial de Pekín.
Posteriormente, Japón lo instaló como emperador del estado títere de Manchukuo, en la región de Manchuria del noreste de China. Tras la derrota de Japón, fue capturado y retenido como prisionero de guerra.
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