Libros e investigaciones desde el Parlamento de Estados Unidos sobre las últimas semanas de la presidencia de Donald Trump arrojan que la democracia del país estuvo en grave peligro.
Varios libros y una comisión parlamentaria buscan echar luces sobre las últimas semanas de la presidencia de Donald Trump y bosquejan cada vez más claramente el cuadro de una democracia estadounidense en peligro.
La comisión de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos sobre el asalto del 6 de enero al Capitolio por una turba leal a Trump se centra cada vez más en el expresidente y sus principales ayudantes, y en lo que hicieron antes del motín.
Los legisladores, que han entrevistado a casi 300 personas, reconstruyen los movimientos de Trump después de que perdió las elecciones de noviembre de 2020 ante Joe Biden, y la posibilidad de que estuviera intentando diseñar un golpe de Estado, una amenaza sin precedentes para la democracia estadounidense.
Aquí un vistazo a lo que sucedió en las cruciales semanas previas al 6 de enero de 2021:
Dispuesto a revertir las elecciones
El rechazo de Trump a la victoria electoral de Biden no fue solo una pataleta de mal perdedor, sino más bien un esfuerzo serio por retener el poder, y que el republicano habría planeado durante semanas.
A mediados de diciembre, el abogado John Eastman le presentó a Trump un plan preciso para que el entonces vicepresidente, Mike Pence, quien presidiría la certificación, explotara los vacíos legales para evitar que Biden se mudara a la Oficina Oval.
Pence, bajo una creciente presión, buscó el consejo del exvicepresidente Dan Quayle, quien le insistió que estaba obligado a certificar la victoria de Biden. Sin embargo, según las nuevas cuentas y libros sobre los últimos meses de Trump en el cargo, Pence simplemente no le diría que no a su jefe.
"No sabes en la posición que estoy", dijo, según "Peril" (Peligro), el libro de los periodistas Bob Woodward y Robert Costa. Al final, Pence certificó el resultado de las elecciones y se restableció una calma relativa.
En paralelo, el 5 y 6 de enero, Trump y su jefe de gabinete, Mark Meadows se comunicaban frecuentemente con una "sala situacional" en un hotel cercado integrada por Eastman, el asesor Steve Bannon y otros, que también tenían contacto con seguidores del entonces mandatario en las calles.
La CIA y el Pentágono temían el "golpe" de Trump
En las semanas después de que Trump se negó a admitir la derrota, altos funcionarios temían que pudiera intentar movilizar al ejército para aferrarse al poder. También temían que Trump, por frustración, pudiera iniciar una guerra.
Después de las elecciones, la directora de la CIA, Gina Haspel, llamó al presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, diciendo: "Estamos en camino hacia un golpe de Estado de derecha. Todo es una locura", según se publicó en "Peril".
"¿Entendido?"
En las horas posteriores al ataque del 6 de enero, figuras políticas tanto republicanas como demócratas, incluyendo algunas en el propio gabinete, sintieron que Trump era inestable y debería ser destituido del cargo por vía constitucional.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, llamó a Milley para preguntarle cómo se puede evitar que un "presidente desquiciado" ordene un ataque nuclear. "Los gatillos nucleares están seguros", le aseguró Milley, según "Peril". "Les puedo garantizar que eso no sucederá".
Luego, Milley llamó a algunos oficiales superiores y les dijo que cualquier orden proveniente de Trump debía ser verificada con él. Miró a cada uno de ellos y les dijo: "¿Entendido?"
AFP
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