Antar Davidson dijo que la situación en el albergue de Arizona cambió radicalmente tras la aplicación de la política de "tolerancia cero".
Las lágrimas inconsolables de los niños tras ser separados de sus padres en la frontera sur de EE.UU. fue lo que llevó a Antar Davidson a renunciar la pasada semana a su empleo en el albergue Estrella del Norte, de Tucson (Arizona). Ha llegado a calificar el lugar como "gris" y muy parecido a una "prisión".
Davidson no puede olvidarse de tres hermanos brasileños que recientemente habían sido separados de sus padres en la frontera. Contó que al llegar al albergue, les dijeron que ni siquiera podían abrazarse entre ellos.
"Los niños acaban de pasar el trauma de ser separados de sus padres, lloraban fuertemente, y a mí me ordenaron decirles que tendrían que dormir separados y, por política del albergue, no podían tocarse entre ellos", relató Davidson a la agencia Efe.
Los hermanos separados
Recuerda muy bien cuando el mayor de estos hermanos, de 16 años, le preguntó cómo podía mostrarse "fuerte" mientras sus hermanas, de 10 y 6 años de edad, lloraban desconsoladamente por "no saber dónde estaban sus padres".
"Fue cuando decidí renunciar y, de alguna manera, hablar para que la gente sepa lo que está pasando", dijo. En su opinión, el centro no brinda el apoyo psicológico que requieren estos menores y que es operado con personal poco capacitado.
Cuando los niños son separados de sus padres en la frontera, estos son entregados al Departamento de Salud y Servicios Humanos, que tiene contrato con 100 albergues en 17 estados, donde actualmente hay más de 11.000 niños.
Uno de ellos es el Estrella del Norte, que hasta esta pasada semana acogía a unos 280 niños y jóvenes, 70 de ellos menores de 13 años.
El trauma de los niños migrantes
Davidson considera que la política de "tolerancia cero" anunciada en mayo pasado por la Administración del presidente Donald Trump, y que ha supuesto ya la separación de unos 2.000 niños migrantes de sus padres tras ser detenidos en la frontera, tiene un efecto devastador en los menores.
Asegura que estos chicos sufren un "triple trauma": el primero es dejar su país de origen, después la dura travesía que tienen que enfrentar antes de llegar a Estados Unidos y, por último, el separarse de sus padres.
"Lo más preocupante es que estos niños no están recibiendo la ayuda y la terapia psicológica que necesitan", lamentó. Además comentó que "muchos de los empleados antes trabajaban en restaurantes, en otros lados, y no tienen la experiencia para este tipo de trabajo".
En declaraciones envidas a Efe, Southwest Key asegura que su albergue de Tucson cumple con todas los requisitos establecidos. "Por los últimos 20 años hemos contratado personal que tiene experiencia cuidando niños o como trabajadores sociales que sirvan de apoyo para el desarrollo de los niños que llegan a nuestras instalaciones", indicó la compañía texana. (EFE)
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