Voluntarios rescataron a tres mascotas que fueron dejados por su familia, que tuvo que evacuar con niños pequeños.
Por Jonathan Drake
Tres días después de que el huracán Florence tocara tierra en Carolina del Norte, mientras documentaba el daño en la localidad de Wilmington, me avisaron que un grupo de voluntarios se dirigía a una iglesia de Leland donde las personas estaban aisladas por las inundaciones.
Llegar a estos lugares aislados manejando no es fácil, ya que incluso con camionetas altas la experiencia de conducir sin ver las señales de tránsito y en medio de caudales corrientosos representa un gran desafío.
Ryan Nichols y David Rebollar, sin embargo, encontraron otra forma de llegar a las personas y los animales atrapados por las inundaciones: un bote que transportan desde su hogar en Texas a las zonas de desastre. En el caso de Carolina del Norte, la distancia representa unos 1,600 kilómetros.
Tras soportar el paso del huracán Harvey, que azotó a Houston el año pasado, los exmarines se han propuesto ayudar cada vez que ocurre un desastre.
Mientras Nichols hablaba con la gente en la iglesia, escuchamos ladridos persistentes en la parte trasera de una propiedad cercana. Fue a investigar y luego reapareció, diciendo que "ellos" estaban atrapados y que debíamos darnos prisa.
Con el agua hasta las rodillas, nos movimos con él hasta que vimos tres perros en una jaula. Dos nos miraban parados en sus patas traseras, mientras que el otro aparecía con la cabeza apenas por encima del agua. Estaban temblando, aterrorizados y desesperados por salir.
Nichols trató de calmarlos mientras intentaba abrir la jaula. Cuando lo hizo, no tres, sino seis perros saltaron y se dirigieron a través del agua hacia un terreno seco cercano.
Un vecino de la calle encontró algo de comida, que los perros devoraron.
Con más y más personas en las cercanías esperando por ayuda, los voluntarios y residentes locales decidieron dejar comida para los perros y permitirles deambular en el terreno más alto al que ahora tenían acceso, para contarle a las autoridades locales luego sobre ellos.
Las aguas de la inundación subieron en las horas posteriores, aunque comenzaron a bajar al otro día, cuando Nichols regresó para poner a los animales a resguardo.
Allí se encontró con su dueño, quien dijo que tuvo que evacuar la casa a toda prisa con niños pequeños y que a una persona a la que había enviado para hacerse cargo de los perros se le negó la entrada a la zona debido a las inundaciones.
Reuters
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