La NASA compartió hace poco la imagen de este “platillo volador” que no se trató de un objeto alienígena, sino de un accidente dentro de un proyecto. Los especialistas detrás de este revelaron detalles sobre lo ocurrido.
(Agencia N+1 / Víctor Román). La mañana del 8 de setiembre del 2004 un “platillo volador proveniente del espacio exterior”, según contó la NASA esta semana, se estrelló violentamente en el desierto de Utah en Estado Unidos. El objeto había sido rastreado por radares y dos helicópteros habían estado cerca esperando su reingreso.
Sin embargo, no se trataba de una nave alienígena ni un vehículo extraterrestre. El platillo que yacía medio enterrado en el desierto, era en realidad la cápsula de retorno de la nave espacial Genesis, la cual había sido lanzada por NASA unos años atrás con la misión de estudiar nuestro sol. Lamentablemente, no se suponía que debía aterrizar de una manera tan brutal.
La Misión Génesis
La misión Génesis fue un proyecto de NASA que envió una nave espacial para estudiar el viento solar de nuestra estrella, reunir muestras y devolverlas a la Tierra. Al recopilar datos sobre la composición de las partículas cargadas que fluyen desde la corona solar, los investigadores esperaban determinar con precisión la composición del Sol y aprender más sobre los elementos que existían cuando se formaron los planetas del Sistema Solar.
Para traernos muestras de viento solar, la nave Genesis -que había sido lanzada en 2001- estaba equipada con una cápsula de retorno de muestra que contenía un recipiente, el cual había servido para reunir compuestos del viento emitido por nuestra estrella. La nave había estado dos años orbitando el punto 1 de Lagrange, uno de los lugares en el espacio donde se encuentra la gravedad de la Tierra y el Sol.
La nave capturó el viento solar al desplegar una serie de matrices de colectores, cada una cargada con materiales de alta pureza como aluminio, zafiro, silicio e incluso oro. "Los materiales que utilizamos en los conjuntos de colectores Genesis tenían que ser físicamente lo suficientemente fuertes para ser lanzados sin romperse; retener la muestra mientras el Sol la calentaba durante la recolección, y ser lo suficientemente puros para poder analizar los elementos del viento solar después del retorno de la Tierra", explicó en su momento, Amy Jurewicz, científica del proyecto.
Contrasuelazo
Sin embargo, no todo salió como se planeaba. Esa cápsula de muestra y su preciosa información se estrellaron contra el suelo en Utah, a una velocidad estimada de 310 km/h. Los paracaídas no se abrieron en el momento adecuado y ocasionaron el accidente. Luego de una investigación exhaustiva, se encontró que el error estuvo en un conjunto de sensores, apenas del tamaño del extremo metálico de un lápiz que habían sido instalados al revés. Se suponía que estos diminutos dispositivos detectarían las crecientes fuerzas g cuando la cápsula caía en picado hacia el suelo y desencadenaba el despliegue de los paracaídas.
Como se puede imaginar, el choque provocó graves daños, rompiendo varios de los experimentos y contaminando la preciosa carga que contenía. Una vez que la cápsula fue recogida, el equipo del proyecto se dispuso a recuperar cualquier cosa que aún pudiera ser recuperada y estudiada. Afortunadamente, la misión Génesis no se arruinó por completo, incluso después del impacto de la cápsula. Algunos de los materiales resistentes de los colectores sobrevivieron, y los investigadores lograron limpiar las superficies sin alterar el material solar incrustado en el interior.
En los siguientes tres años, una serie de artículos fueron publicados sobre los hallazgos de Génesis. Gracias a la atrevida misión, aprendimos detalles sin precedentes sobre la composición del Sol y las diferencias elementales entre nuestra estrella y los planetas internos del Sistema Solar. Por eso NASA ahora le rindió homenaje esta semana publicando una foto de la misión en el sitio web de Astronomy Picture of the Day.
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
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