Un estudio llegó a la conclusión de que los supervolcanes, como el Yellowstone, pueden entrar en erupción con más frecuencia de lo que se creía anteriormente.
(Agencia N+1 / Hans Huerto). La extraña mezcla que reúne el Parque Nacional de Yellowstone (EE.UU.) —frondosos y milenarios bosques que se esparcen entre sobrecogedores cañones, así como géiseres y fenómenos termales traídos de otro mundo— le debe su origen a una cuna volcánica.
Hace unos 630.000 años, una poderosa erupción en la región arrojó 1.000 kilómetros cúbicos de roca y ceniza y creando una caldera volcánica de 64 km de ancho, donde se asienta la mayor parte del parque. La toba de Lava Creek, una extensa acumulación de roca ígnea formada a raíz de aquella erupción es aún objeto de estudio para saber cómo se mueven las piezas del rompecabezas geológico debajo de Yellowstone, con el ánimo de vislumbrar cómo el supervolcán que duerme bajo su lecho erupcionaría eventualmente.
Estudio. Hannah Shamloo y Christy Till, graduadas de la Universidad Estatal de Arizona (EE.UU.) tomaron muestras del depósito de lava fosilizada de Lava Creek en el parque. El análisis del material demostró que la supererupción más reciente de Yellowstone se desencadenó cuando el nuevo magma se trasladó a este sistema tan solo décadas antes de la explosión, según reporta The New York Times. Estimaciones anteriores suponían que el proceso geológico que llevó al evento había demorado unos milenios al menos.
El trabajo, presentado en agosto en una reunión de vulcanología en Oregon, concluye que si el supervolcán debajo de Yellowstone vuelve a estallar, podemos tener mucho menos tiempo de aviso anticipado de lo que pensamos. Los investigadores creen que el supervolcán se despertó por última vez después de que dos corrientes de magma fresco fluyeran en el depósito por debajo de la caldera y ello apenas tomó unas décadas, esto es, un abrir y cerrar de ojos en términos de procesos geológicos.
Alerta. Basados en estos depósitos estudiados, el análisis sugiere que el supervolcán ha visto al menos otras dos erupciones de esta escala en los últimos dos millones de años, desde lo cual ha quedado en estado latencia, mucho antes de que llegaran los primeros hombres al continente americano. Más allá de permanentes brotes de escala menor, la última gran erupción ocurrió hace unos 70.000 años.
Michael Poland, científico a cargo del Observatorio del Volcán Yellowstone para el Servicio Geológico de los Estados Unidos, señala a National Geographic que el instrumental de monitoreo no ha detectado nada “que nos llevaría a creer que el tipo de evento magmático descrito por los investigadores está sucediendo” y agregó que la investigación en general es " algo preliminar, pero bastante tentadora".
Comparte esta noticia