El caso del militar, quien es investigado por la Justicia de su país, amenaza con empeorar la tensa relación entre el Kremlin y el resto de gobiernos de Europa.
Austria sospecha que uno de sus coroneles, actualmente retirado, espió para Rusia durante décadas, un nuevo caso que mina la confianza entre Moscú y los países occidentales. El canciller austríaco Sebastian Kurz dijo que tomaba este tema muy serio y exigió a Moscú "una información transparente". "El espionaje ruso en Europa es inaceptable y debe ser condenado", dijo el funcionario.
El oficial de 70 años, blanco de una investigación judicial en Salzburgo (oeste), presuntamente comenzó a trabajar con los servicios de inteligencia rusos en la década de 1990 y continuó hasta este año. No se especificó en qué consistió el espionaje. La ministra de Relaciones Exteriores austríaca, Karin Kneissl, convocó al encargado de negocios ruso en Viena y anuló un viaje previsto a Rusia.
Moscú respondió anunciando la convocatoria del embajador austríaco a su ministerio de Relaciones Exteriores. El canciller ruso, Serguéi Lavrov, lamentó que el caso se haga público. "Últimamente nuestros socios occidentales tomaron por regla no recurrir a la diplomacia tradicional (…), sino a la supuesta 'diplomacia del megáfono', acusándonos públicamente de un tema del que no sabemos nada", dijo en rueda de prensa.
Tensión entre Rusia y el resto de Europa
Las relaciones diplomáticas entre Rusia y los países occidentales se han deteriorado mucho, especialmente desde el envenenamiento en marzo en el Reino Unido del ex agente doble ruso Serguéi Skripal. Además, varios Estados acusan a Moscú de haber orquestado una serie de ciberataques de alcance mundial.
Entre ellos figura el intento de pirateo de la sede de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) en La Haya, por el que se detuvo y expulsó a cuatro rusos con pasaporte diplomático. Los cuatro son sospechosos de ser agentes de la inteligencia militar rusa, el GRU.
"Claro que si estos casos se confirman, tanto en Holanda como en Austria, esto no mejorará las relaciones entre la Unión Europea y Rusia", declaró el canciller austríaco, jefe del partido conservador ÖVP que gobierna con la formación de extrema derecha FPÖ. El ministro de Defensa austríaco, Mario Kunasek, del partido FPÖ, declaró en rueda de prensa que el caso se descubrió "hace unas semanas" a raíz de información transmitida por una agencia de inteligencia europea.
Desconfianza
También es un caso embarazoso para Austria, cuyo gobierno de derecha y extrema derecha suscita desconfianza entre los servicios de inteligencia aliados de Viena por su proximidad a Rusia. Austria es un país neutral y alberga numerosas organizaciones internacionales, como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Durante la Guerra Fría, Austria desempeñó un papel primordial para la interconexión entre el Este y el Oeste. Siempre fue un lugar de fuerte actividad de inteligencia. En marzo Austria fue a contracorriente de sus socios de la UE negándose a expulsar a diplomáticos rusos en plena crisis por el caso Skripal. Alegó que quería "mantener abiertos los canales de comunicación con Rusia".
La asistencia, este verano, del presidente ruso Vladimir Putin a la boda de la ministra de Relaciones Exteriores austríaca (afín al FPO, extrema derecha) causó un gran revuelo en el país. El ministro de Interior Herbert Kickl, del FPÖ, está envuelto en una controversia por un registro en febrero en la sede de la Oficina para la Protección de la Constitución y la Lucha contra el Terrorismo (BVT), a cargo de la seguridad interior. Al parecer se sustrajeron documentos con información sensible.
Según la prensa, desde entonces los servicios secretos de varios países limitaron el intercambio de información con Austria por miedo de que la comparta con Moscú. El FPÖ concluyó en 2016, antes de su entrada al gobierno, un acuerdo de asociación con Rusia Unida, el partido de Putin. El gobierno austríaco niega con frecuencia tener problemas con los servicios de inteligencia de otros países, aunque en septiembre reconoció haber tenido que tomar "medidas de confianza" para tranquilizarlos.
AFP
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