La ciudad de 30.000 habitantes a orillas del Támesis está resguardada por cientos de policías. Los negocios locales también aprovechan la venta de "souvenirs".
La pintoresca localidad inglesa de Windsor se engalana para la esperada boda del príncipe Harry y la estadounidense Meghan Markle del próximo sábado, a la que finalmente no asistirá el padre de la novia tras múltiples especulaciones.
El palacio de Kensington confirmó que el padre de Meghan, el estadounidense Thomas Markle, de 73 años, no acompañará a su hija hasta el altar de la capilla de San Jorge porque necesita "concentrarse en su salud".
La ausencia del padre no ha minado el espíritu festivo que se respira en este pueblo, de 30.000 habitantes, donde ayer se realizó el ensayo general del desfile que seguirá a la ceremonia.
Varios cuerpos del Ejército británico pasearon al son de música de tambores y trompetas, interpretados por una banda, que marcó el compás de los soldados que acompañarán a los recién casados por las calles de esta localidad en el gran día.
Visitantes y comercio
A un día de la boda, cientos de personas no quisieron faltar a esta prueba, entre ellas Wendy, habitante del pueblo y jubilada, que prefirió evitar las multitudes que se congregarán el sábado.
"Ese día habrá tanta gente que lo veré por televisión", indicó Wendy, algo que confirmó a Efe la policía local, que adelantó que se espera que hasta 120.000 personas se acerquen al lugar.
Todas ellas podrán hacerse con multitud de recuerdos que conmemoran el enlace y que se venden en las muchas tiendas de "souvenirs" que rodean el castillo, construido en el siglo XI y conocido como el refugio favorito de la reina Isabel II.
Tazas, llaveros, cucharillas, posavasos, platos, bandejas, libretas, peluches, imanes, banderas, bolígrafos e incluso caretas de los miembros de la familia real se pueden adquirir en los alrededores del castillo.
Sookie, de mediana edad y dueña de uno de estos negocios, declaró a Efe su alegría por el aumento de las ventas de todo tipo de objetos con la estampa de la pareja. "Están viniendo muchos visitantes, estoy muy ocupada. Estamos vendiendo de todo. Esta boda es muy buena para el pueblo, para los británicos, para el país y para la economía", aseguró. (EFE)
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