Casi 40 localidades están aisladas en el país tras el paso del huracán.
Cientos de habitantes de comunidades del noreste dominicano se han quedado sin nada tras el paso del huracán María, principalmente, a causa de la precariedad de sus viviendas, construidas con zinc y madera y que, en muchos casos, han sido arrasadas por la crecida de ríos.
La comunidad de La Boba, en Nagua (noreste), es ejemplo de la fragilidad de ese tipo de construcción, de las que el río, que comparte nombre con el núcleo urbano ubicado junto a su ribera, solo ha dejado los despojos.
Operativos del Ministerio de Obras Públicas y del Plan Social de la Presidencia hacen labores de limpieza, evalúan daños y facilitan materiales para reconstruir viviendas, aunque lo primero fue suministrar agua y alimentos a los afectados.
"Estamos trabajando desde (el huracán) Irma y ahora seguimos directamente trabajando" en atender a los afectados por María, explicó Alexandro Sánchez, encargado provincial del Plan Social de la Presidencia en la provincia de María Trinidad Sánchez, a la que pertenece el municipio de Nagua.
Hoy están recorriendo la provincia entregando comida fresca, así como colchones, sábanas, mosquiteros, y materiales para reconstruir las casas que no quedaron destruidas por completo.
La cuestión es que, hace solo dos semanas, tras el paso de Irma, ya hicieron esas mismas labores y entregaron camas completas, estufas de gas y hasta aparatos de televisión, pero con el nuevo ciclón, todo eso se ha perdido.
Mientras la infravivienda siga existiendo, y las casas se reconstruyan una y otra vez con esos materiales de escasa consistencia, esta situación se repetirá ante cada desastre natural. (EFE)
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