Redes criminales integradas por bolivianos y chinos amenazan con desaparecer esta especie vulnerable.
El jaguar de Bolivia se ha convertido en el felino favorito de la red de criminales que cobran más de mil dólares por cada colmillo en China, un negocio ilegal y lucrativo que amenaza con desaparecer esta especie y que es difícil de frenar.
Cada colmillo en Bolivia puede costar entre 200 y 400 dólares, pero este precio se multiplica por 10 en los mercados asiáticos donde son utilizados como collares que le atribuyen a la persona cierto status y poder, además de creencias de que puede curar enfermedades.
Estos animales lucharon durante muchos años contra los cazadores que les arrancaban la piel para ofrecerlas a la moda internacional y ahora tienen que lidiar contra el tráfico ilegal de colmillos. Los primeros casos se detectaron en el 2014 y desde entonces se han incautado unos trescientos colmillos, principalmente a través de Ecobol, la antigua empresa nacional de Correos de Bolivia.
"Se enviaban a través de Ecobol como encomienda con destino a China, de manera más camuflada en osos de peluche, en cajas de chocolates", explicó Walter Andrade, director de la Policía Forestal y de Medio Ambiente de Bolivia (POFOMA).
Andrade aseguró que desde que comenzó la caza furtiva de jaguares, estos han disminuido un 30 por ciento en Bolivia y por ello el Ministerio realiza campañas de sensibilización y capacitación cada año, a las que destina unos 100 mil dólares.
Negocio sangriento
Un cazador puede obtener por cada jaguar, por los colmillos y otras partes del animal que se aprovechan para otros fines, como el cráneo o la piel, un beneficio de unos 40 mil bolivianos, casi 6.000 dólares, en un país en el que el salario mínimo no alcanza los trescientos dólares.
"El tráfico de colmillos no siempre implica la inmigración de chinos, eso es falso. Solamente son unas cuantas personas, que como en cualquier lugar, no todas las personas son buenas", destacó el coronel.
Buscan proteger felino
El jaguar habita en zonas tropicales de Bolivia como el Parque Madidi, considerado el de mayor biodiversidad del mundo, en la Amazonía boliviana. "Esos lugares, estamos hablando de miles y miles de kilómetros cuadrados, es imposible un control permanente del lugar", dijo Andrade.
El control aéreo está descartado ante la vasta vegetación de los bosques tropicales, por lo que la Policía Forestal realiza incursiones en vehículos o a pie tras un laborioso trabajo de inteligencia. "Primero se hace un trabajo de inteligencia y de acuerdo a la información que se tiene, nos trasladamos. No nos aventuramos a hacer operativos en cualquier lado. Vamos a lo seguro", afirmó.
(Información de EFE)
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