El crimen es uno de los más atroces que se han cometido en Nicaragua desde que comenzaron las protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega.
Centenares de personas se acercaron al cementerio Milagro de Dios, a las afueras de Managua, a despedir a seis miembros de la familia Pavón que murieron abrasados durante un incendio provocado por unos encapuchados y que ha dejado sin palabras a Nicaragua.
"Esto ya no es un país, esto es el infierno", dijo a Efe entre llantos uno de los hermanos de Óscar Pavón, un conocido vecino del barrio capitalino Carlos Marx. Allí tenía una humilde tienda de colchones y donde la mañana del viernes fue asesinado en su casa junto a su esposa, su hijo, su nuera y sus nietos, de apenas 2 años y 5 meses.
El crimen es uno de los más atroces que se han cometido en Nicaragua desde que comenzaron las protestas antigubernamentales y desde que grupos de encapuchados siembran el terror en las calles de las principales ciudades del país, especialmente de noche.
Cruce de responsabilidades
Los féretros llegaron al cementerio en furgonetas escoltadas por decenas de motocicletas y fueron introducidos con gran dificultad en las fosas por el aluvión de amigos y vecinos que no querían perderse el momento y que hasta se subían a otras tumbas para grabar el entierro con sus teléfonos móviles.
"Fueron los paramilitares y la policía del asesino de Daniel Ortega. Tiraron un mortero de dos libras y media dentro de la casa y solo un par de ellos pudieron escapar. Nosotros los vimos porque vivimos en la casa de al lado", contó a Efe Erika Molina, mientras abrazaba a su esposo que no paraba de hipar y que de repente gritó "¡Justicia, justicia, justicia!".
La versión oficial dista bastante de lo que señalan los vecinos y las principales asociaciones de derechos humanos de Nicaragua.
Razones detrás del incendio
Varios testigos de los hechos explicaron el viernes a los medios locales que paramilitares y policías uniformados provocaron el incendio porque la familia se negó a que francotiradores subieran a la azotea para disparar contra varios manifestantes apostados en una barricada cercana.
El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), una de las organizaciones más importantes del país, acusó directamente a las "fuerzas parapoliciales en complicidad con la Policía Nacional" y denunció en un durísimo comunicado que incluso los responsables de la masacre impidieron a las víctimas salir del inmueble durante el fuego.
"La gravedad de estos hechos ha conmocionado a la población nicaragüense y revela un escalamiento de la brutal represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo", afirmó el Cenidh, que calcula que la crisis ha causado al menos 178 muertes, aunque otras asociaciones hablan de más de 200.
Nicaragua en llamas
La Dirección General de Bomberos, sin embargo, se limitó a indicar en otro comunicado que fueron unos "delincuentes encapuchados" los que lanzaron un cóctel molotov al interior de la vivienda.
El jefe de la bancada oficialista, el diputado Edwin Castro, fue más allá al asegurar que los Pavón eran una familia sandinista (afiliados al partido en el poder) y culpó de la atrocidad a los manifestantes que desde hace dos meses piden la salida de Ortega. (EFE)
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