La Corte Suprema de Israel publicó una resolución que pone fin a la intención del actual jefe del gobierno, Benjamín Netanyahu, de reforzar el Poder Ejecutivo en detrimento de la independencia de la Justicia.
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El primero de enero es feriado en la mayor parte de los países del mundo, pero en Israel no. Por eso la Corte Suprema ha podido publicar ayer una resolución que pone fin a la intención del actual jefe del gobierno, Benjamín Netanyahu, de reforzar el Poder Ejecutivo en detrimento de la independencia de la Justicia.
Una ley aprobada en julio pasado por la actual mayoría parlamentaria dividió al país hasta la víspera del ataque terrorista del grupo palestino Hamas, el pasado 7 de octubre. Cientos de miles de israelíes manifestaron durante meses contra lo que percibían como una maniobra de un primer ministro cuestionado por casos de corrupción.
Hasta el ministro de Defensa se manifestó contra la ley, por lo que fue separado del Gabinete ministerial. Ayer, 8 de los 15 magistrados supremos votaron contra el proyecto de Netanyahu, pese a la presión generada por las operaciones militares que el Ejército israelí mantiene en la Franja de Gaza.
Justamente ayer, la ONU ha hecho saber que 50 % de los pobladores de Gaza podría estar expuestos a las consecuencias de una hambruna sin precedentes en la región. El expresidente Barack Obama y multitud de personalidades amigas de Israel han llamado a una reacción proporcional que no afecte a civiles, que no recurra a castigos colectivos y que no viole las leyes de la guerra.
En el Perú, ese es también el caso de Mario Vargas Llosa, quien durante décadas ha defendido el derecho de Israel a existir y defenderse, pero que recuerda que Netanyahu se opuso desde los años noventa a los Acuerdos de Oslo que abrieron una vía hacia una paz duradera y justa. Sociedad democrática y plural, en Israel hay personalidades que rechazan la acción militar de su país por considerar que lejos de contribuir a la paz, siembra nuevas semillas de odio.
El historiador Moshe Zimmermann ha declarado ayer en la prensa israelí que la situación actual evidencia “el fracaso del sionismo moderno”. En ese triste y explosivo contexto, es una buena noticia confirmar que el poder judicial israelí no se somete a las exigencias del Ejecutivo.
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