Un mural y cerámica del estilo maya fueron encontrados al norte de la Ciudad de México.
La élite de la mítica cultura Maya, originaria del sur de México y Centroamérica, residió en la ciudad prehispánica de Teotihuacan, al norte de la capital, según hallazgos revelados este sábado por el gobierno mexicano, que confirman la relación entre dos altas civilizaciones separadas por unos 1,300 kilómetros.
Los descubrimientos fueron realizados en el área denominada Plaza de las Columnas de Teotihuacan, la cuarta más grande del conjunto de 264 hectáreas, localizada entre las pirámides del Sol y de la Luna y al oeste de la Calzada de los Muertos, tres de los espacios más conocidos del centro arqueológico al norte de Ciudad de México.
Uno de los hallazgos más reveladores ocurrió en 2016 cuando se rescataron más de 500 fragmentos de pintura mural, muchos de los cuales destacan por poseer estilo maya, precisó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado.
Este fue la segunda y definitiva evidencia de la presencia de la civilización sureña, que se habría dado hace unos 1,700 años, tras el descubrimiento previo en la pirámide de la Luna de individuos sacrificados acompañados de pendientes de piedra verde de estilo maya.
El hallazgo de los restos de pintura mural "nos permite afirmar la presencia de las élites mayas en Teotihuacan, y que ésta no fue periódica y con fines rituales, sino permanente", dijo Saburo Sugiyama, uno de los directores arqueológicos del complejo, citado en el comunicado.
Los restos de pintura fueron recuperados de una gruesa capa de relleno de 50 cm de espesor, por lo que el mural debió estar expuesto durante una época de auge y fue destruido intencionalmente hacia las últimas etapas de la ciudad, precisó el INAH
"Es probable que los artistas que hicieron estos murales, y los funcionarios mayas de más alto rango político, habitaran en un edificio al norte de dicho montículo", agregó Sugiyama, que trabaja en Teotihuacan hace 38 años.
Perfecta iconografía maya
Aunque los fragmentos de mural no han sido reconstruidos todavía, se puede identificar una amplia gama de colores (blanco, rojo, ocre, verde) y pequeñas figurillas humanas similares a las de otros sitios teotihuacanos.
Sin embargo, la presencia de glifos mayas, el estilo fluido, el dominio de la línea y su naturalismo, son obra de artistas "que conocían a la perfección la iconografía de las tierras bajas del sur maya", destacó el experto japonés.
La excavación en la Plaza de las Columnas permitió determinar que algunas de sus estructuras sirvieron para actividades administrativas, ceremoniales y probablemente como residencia de las élites teotihuacana y maya, al menos hacia 350 d.C., cuando ambas dominaban el panorama en pleno periodo Clásico en Mesoamérica.
"Eran parte de un edificio donde el Estado coordinaba interacciones con las élites mayas, o donde los mayas intervenían en asuntos rituales o administrativos", detalló Sugiyama, investigador de la Universidad Estatal de Arizona.
Como antecedentes a este descubrimiento están los textos epigráficos localizados en urbes prehispánicas como Tikal, en Guatemala, que refieren el contacto que ambas culturas sostuvieron hacia el siglo IV de nuestra era.
Sin embargo, había poca evidencia de este contacto en Teotihuacan, término náhuatl que significa Ciudad de los Dioses.
Alianza de teotihuacanos y mayas
La investigación en la Plaza de las Columnas, que abarca alrededor de 300 metros de longitud por 250 metros de ancho, y posee tres montículos piramidales que sobrepasan los 15 metros de altura, se inició hace cuatro años, precisó el INAH.
Otro hallazgo que refuerza la idea de presencia maya se ubicó en un cúmulo de desechos a un lado del montículo norte y a pocos metros del pie del mismo.
Allí se halló la tapa de un vaso con una escena esgrafiada en la que destacan personajes mayas portando tocados de cola de lobo, símbolo de la élite teotihuacana, "lo que parece reforzar la hipótesis de la alianza entre ambos grupos", destacó el INAH.
El equipo arqueológico localizó otro contexto singular cerca de la Calzada de los Muertos. Ubicado a tres metros de profundidad estaba un depósito ritual — de 5x3 metros — compuesto de huesos humanos.
Se recuperaron 2,600 fragmentos óseos, la mayoría de ellos con huellas de corte, "señal de que numerosos individuos (aún no se tiene un aproximado de cuántos) fueron sacrificados en un mismo momento hacia 400 d.C.", reveló la institución.
AFP
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