La ciudad, la segunda más grande de Australia, luce desierta en el primer día de la nueva fase de confinamiento, impuesta tras presentarse nuevos casos de coronavirus.
Los cinco millones de habitantes de Melbourne, la segunda mayor ciudad de Australia, iniciaron este jueves una nueva fase de confinamiento para intentar frenar el repunte de casos confirmados de contaminación con el nuevo coronavirus.
Así, los habitantes de la ciudad han recibido instrucciones de permanecer en casa por un periodo de seis semanas, para contener la segunda oleada de la epidemia.
Todo el estado de Victoria -del que Melbourne es la capital- ha sido literalmente cerrado en un esfuerzo por preservar el relativo éxito para frenar el virus en el resto de Australia.
Sin embargo, una avalancha de viajeros que cruzaron la frontera hacia la vecina Nueva Gales del Sur el miércoles ha generado preocupación por la posibilidad de que los esfuerzos resulten arruinados.
"Unos pocos casos que llegan desde Victoria pueden torcer los números en dirección de la epidemia, con brotes que serán muy difíciles de controlar", dijo la epidemióloga Mary Louise McLaws a la emisora pública ABC.
A su vez, el estado de Queensland anunció el jueves que rechazaría a todos los viajeros provenientes de Victoria.
En Melbourne, las preocupaciones se centran en los impactos económicos y de salud mental del segundo confinamiento, que funcionarios estiman le costará a la economía unos 4 200 millones de dólares.
Los restaurantes y cafeterías sirven únicamente comida para llevar, mientras que los gimnasios, salones de belleza y cines se han visto obligados a cerrar nuevamente. (AFP)
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