El secretario general de la organización recibió a una delegación de la oposición venezolana que le entregó documentación sobre la "crisis política, social e institucional" en ese país.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, estudia dar un paso al frente e invocar la Carta Democrática para forzar a que los 34 países miembros del organismo tengan que abordar la situación de Venezuela, un espinoso tema que han evitado durante años.
Una delegación de la oposición venezolana le entregó documentación sobre la "crisis política, social e institucional" que vive hoy una Venezuela "sin división de poderes, con 115 presos políticos y en escasez de alimentos y medicinas".
Almagro les pidió información adicional y analizará en los próximos días si hace lo único que está en su mano como secretario general para forzar el debate venezolano en la OEA: invocar el artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana.
En caso de que en un Estado miembro se produzca "una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático", indica el artículo, "cualquier Estado Miembro o el secretario general podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente".
Que Almagro decida dar este paso es la única esperanza de la oposición para que sus denuncias se aborden en la OEA, porque solo los Estados miembros pueden pedir un Consejo sin recurrir a la Carta Democrática y en estos momentos ninguno parece dispuesto a enfrentarse de esa manera al Gobierno venezolano, según todas las fuentes diplomáticas consultadas por Efe.
"Hoy recibí a una delegación de la Asamblea de Venezuela, que solicitó que la OEA observe el referendo revocatorio y facilite el diálogo institucional. Los legisladores me entregaron una carta en la que me solicitaron que actúe para superar la actual crisis institucional", explicó Almagro en una breve declaración escrita tras el encuentro con la oposición.
En sus manos está ahora que la OEA aborde la crisis venezolana en un Consejo Permanente donde se necesitarían 18 apoyos para aprobar gestiones diplomáticas y, de fracasar estas o impedirlas el Gobierno venezolano, se convocaría una Asamblea General donde serían necesarios dos tercios de los cancilleres para suspender a Venezuela del organismo, como se hizo tras el golpe de Estado de Honduras de 2009.
Ese escenario es poco probable, por una cuestión matemática de apoyos, pero el simple hecho de que la OEA llegara a abordar en un Consejo Permanente la situación de Venezuela sería ya un logro tanto para la oposición como para Almagro.
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