La banda británica se presentó por primera vez en Lima.
Las manos de Tom Chaplin, el vocalista de Keane, se agitaban, mientras cantaba. Su cuerpo transmitía esa energía, la misma que soltaba a través de su voz. Demostró ser un buen anfitrión, aquel que en cada momento buscaba interactuar con sus seguidores, preguntándoles cómo la pasaban y, por momentos, les dejaba cantar. Llenaba al público de clásicos elogios como “este es el mejor concierto que hemos tenido”, pero se le notaba sincero.
“¿Cómo están peruanos?”, fue una de las iniciales frases en español que soltó el cantante en medio de ese show, que significaba su primer concierto en el Perú, y también para sus compañeros: el tecladista Tim Rice-Oxley, el baterista Richard Hughes y el bajista Jesse Quin. El recibimiento de los más de 6 mil seguidores fue único.
Chaplin pedía, a un auténtico público fanático, que canten con él, desde el principio del concierto, desde que se escuchó “You are Young”. Eran las 9 de la noche y como buenos ingleses, salieron a escena.
En el fondo del escenario aparecía el nombre de la gira, “Strangeland”, que también es el nombre de su último disco, ese que la banda venía a presentar a sus seguidores, pero que no resultó ser novedad, porque sus admiradores ya se sabían todas las letras como sucedió con “On the road”, “Silenced by the night” o “Disconnected”.
Las canciones de Keane están marcadas de visos de melancolía o más bien, se podría definir como la melancolía hecha canción. Su mayor prueba estuvo en el tema “We might as well be strangers”.
Durante el concierto hubo instantes de comentarios en inglés y otros en castellano, algunos para agradecer, otros para comentar sobre una canción, mientras el ánimo de los asistentes continuaba tan igual, de principio a fin.
Uno de los puntos álgidos del concierto fue al escuchar “Everybody’s changing”, una de sus canciones más conocidas o que quizás más se ha escuchado en las radios.
En otro momento, una fanática le alcanzó una bandera del Perú, que Chaplin la aferró al pecho y le agradeció. La tenía con él, en la interpretación de “Spiralling”, en “A bad dream” y la puso en los teclados, al interpretar “Hamburg song”, momento en que también recibió un chullo de regalo.
Agradecido por el gesto, dijo: “Amo a Machu Picchu”, quizás para hacer notar que sabe que ese gorro de lana es de origen andino.
Tres temas de “Hopes and fears” parecían marcar el final: “This is the last time”, “Somewhere only we know”y “Bedshaped”. Se despedían y agradecían con venías al público; pero Keane no se va.
En medio de ovaciones regresaron para, ahora sí, las últimas interpretaciones de la noche: “Sea fog”, “Sovereign light café”, “Crystal ball” y se dio fin a poco más de hora y media de concierto. Una noche para el recuerdo.
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