Rybak había sido proclamado oficiosamente ganador virtual de Eurovisión días antes de la final por los internautas en encuesta organizada por Google
Joven violinista Alexander Rybak (Foto: rtvchannel.tv)
El cantante noruego de origen bielorruso Alexander Rybak, de 23 años, ganó hoy el 54 Festival de Eurovisión con la canción "Fairytale".
La española Soraya, que defendía "La noche es para mí", quedó en vigésimo tercer lugar, empatada con Lituania.
En segundo y tercer lugar quedaron, respectivamente, la islandesa Yohanna con "Is it true?" y los representantes de Azerbaiyán, Aysel & Arash, con "Always".
Alexander Rybak es un prodigio del violín que logró atrapar la imaginación de público y jurado con su canción folk "Fairytale" ("Cuento de hadas").
"En Noruega la música clásica no es popular, por eso me pasé al pop", comentó Rybak, que cumplió 23 años el pasado miércoles, tres días antes de la final.
En realidad, Rybak había sido proclamado oficiosamente ganador virtual de Eurovisión días antes de la final, pero no por el jurado, sino por los internautas en la encuesta organizada por Google.
El violinista fue el más popular de los 42 concursantes en el buscador, seguido de cerca por la turca Hadise y, a cierta distancia, por el griego Sakis Rouvas y la francesa Patricia Kaas, que finalmente se quedaron fuera de los tres primeros puestos en favor de Islandia y Azerbaiyán.
Los vídeos de Youtube en los que se podía ver la actuación en directo de Rybak en el concurso nacional de selección del representante noruego para Eurovisión también fueron los más vistos, con más de un millón de visitas cada uno.
El noruego es el polo opuesto a los "frikis", que convirtieron en las últimas ediciones al Festival en el hazmerreír de todos los buenos aficionados a la música.
Rybak, que habla noruego, inglés y ruso, es un músico con mayúsculas, que toca el violín y el piano, y compone sus propias canciones.
Además, a diferencia de sus rivales, optó por una puesta en escena sencilla, en la que sólo estaba acompañado por unos bailarines y dos coristas.
Otra de las razones que le granjearon el apoyo de la mayoría de internautas también es el hecho de que la canción no es un clásico producto enlatado para Eurovisión.
Según su propio testimonio, Rybak compuso el tema cuando paseaba por el campo noruego en busca de inspiración lejos del ruido ensordecedor de la gran ciudad.
"Estaba paseando por el campo, me tomé un descanso y comencé a tocar el violín. Al principio, no era capaz de recordar lo que había tocado. No tenía en mente componer una canción. Esos acordes se convirtieron después en melodía y en una canción folk", apuntó.
Tras dar los últimos retoques a la letra de "Fairytale", que relata la historia del primer amor, Rybak se dio cuenta de que podría funcionar en Eurovisión.
"Fairytale" bebe del tradicional folclore musical escandinavo, a lo que se añade la capacidad innata de Rybak para conectar con el público y una letra simple y, al mismo tiempo, genuina.
Curiosamente, Rybak no estaba destinado para la música pop, sino para la clásica, en lo que sus padres pusieron un gran empeño desde que emigraron desde Minsk tras la caída de
Alexander, que nació en la capital bielorrusa en 1986, dos semanas después de la catástrofe nuclear de Chernóbil, llegó al país escandinavo a los cuatro años de edad y a los cinco ya comenzó a tocar el violín.
Por esa razón, su padre, Ígor, un violinista profesional, y su madre, Natalia, una conocida pianista en Noruega, se mostraron "escépticos" cuando su hijo optó por la música moderna.
"Lo más sorprendente es que Alexander era muy talentoso. Su padre y mucha otra gente pensaban que sería un grandísimo violinista", comentó su madre.
Rybak, que ya ha colaborado con artistas como el cantante de A-Ha, Morten Harket, y ya ha hecho sus pinitos como actor, no tiene intención de desandar el camino para regresar a la música clásica.
"Fairytale" tiene todas las papeletas para convertirse en una de las canciones del verano, lo que mejoraría de paso la imagen de Eurovisión, un festival que intentó en su 54 edición de Moscú volver a sus orígenes.
EFE
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