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Aniversario de la Retoma de la Residencia del Embajador de Japón

Después de 125 días como rehenes, las FF.AA. tomaron la casa del embajador de Japón en la reconocida operación Chavín de Huántar.

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Después se 125 días de cautiverio, el 22 de abril de 1997, los rehenes de la residencia oficial del embajador de Japón en Perú Morihisa Aoki fueron liberados en una incursión de los comandos de las Fuerzas Armadas en la denominada operación "Chavín de Huántar", siendo hasta la fecha considerado uno de los rescates más exitosos en el mundo.

La pesadilla de la crisis de los rehenes comenzó el 17 de diciembre de 1996, cuando 14 miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) tomaron la residencia del embajador de Japón durante una celebración por el cumpleaños del emperador Akihito. En la velada asistieron 800 personas entre diplomáticos, oficiales del Gobierno, hombres de negocio y militares de alto rango. Si bien la mayoría de invitados fueron liberados en los siguientes días, 72 personas quedaron en la residencia durante 125 días.

La operación Chavín de Huántar consiguió la "retoma" de la residencia del embajador, y se convirtió en un ejemplo de operaciones de rescate, pues solo falleció un rehén, además de dos comandos y los 14 miembros del grupo terrorista, incluido el líder Néstor Cerpa Cartolini. El gobierno de Alberto Fujimori recibió crédito por la operación de rescate. No obstante, han surgido una serie de informes en donde se sugiere que los miembros del MRTA fueron ejecutados sumariamente después de haberse rendido.

Entre los rehenes se encontraban, oficiales peruanos de alto rango como el entonces jefe de la Dirección Contra el Terrorista, Máximo Rivera, el actualmente primer vicepresidente de la República, almirante (r) Luis Giampietri, entre otros. Además, también estuvieron cautivos, políticos como el congresista de izquierda, Javier Diez Canseco y el ahora ex presidente Alejandro Toledo.

Desde un inicio la Cruz Roja peruana actuó como intermediaria entre los terroristas y el Gobierno en busca de una salida pacífica. Los miembros del MRTA exigían para liberar a los rehenes, la excarcelación de 465 terroristas, incluyendo a la norteamericana Lori Berenson, y la esposa de Cerpa Cartolini.

El gobierno de Fujimori nombró un equipo para negociar con el MRTA, que incluía al entonces embajador canadiense Anthony Vincent, el arzobispo de Lima, cardenal Juan Luis Cipriani, y un representante de la Cruz Roja. El ex presidente incluso conversó con el líder cubano Fidel Castro, lo que llevó a la especulación de que se estaba llegando a un acuerdo político para asilar a los emerretistas en la isla.

Mientras brigadas de las tropas peruanas custodiaban la residencia, parlantes a todo volumen reproducían música. Posteriormente, se supo que ese fue un elemento de distracción, pues la música evitaba que los terroristas notaran la excavación de túneles que permitieron la incursión armada de la fuerzas de seguridad del Estado.

La operación militar
Una tarde, mientras los terroristas jugaban fútbol, un equipo de 140 comandos peruanos a las 03:23 p.m. inició la operación Chavín de Huántar, cuyo nombre se basa en los vestigios arqueológicos famosos por una serie de corredores subterráneos.

Tres cargas explosivas explotaron casi simultáneamente en tres habitaciones diferentes del primer piso. La primera explosión se ubicó al medio de la habitación donde estaba teniendo lugar el juego de fútbol, matando de inmediato a tres de los terroristas. A través del hoyo creado por la explosión y las otras dos explosiones, 30 comandos ingresaron al edificio, a la caza de los miembros sobrevivientes del MRTA para detenerlos antes de que pudieran alcanzar el segundo piso.

Se realizaron otros dos movimientos simultáneamente con las explosiones. En el primero, 20 comandos lanzaron un asalto directo en la puerta de entrada para unirse a sus camaradas al interior de la sala de espera, donde estaba ubicada la escalera principal hacia el segundo piso. En su paso, encontraron a las otras dos terroristas mujeres cuidando la puerta del frente. Detrás de la primera ola de comandos que asaltaron la puerta llegó otro grupo de soldados que llevaba escaleras, las cuales ubicaron contra las paredes posteriores del edificio.

En el último movimiento del ataque coordinado, otro grupo de comandos emergió de dos túneles que habían llegado hasta el jardín trasero de la residencia. Estos soldados ascendieron rápidamente las escaleras que habían sido colocadas para ellos. Sus tareas consistieron en hacer volar una puerta a prueba de granadas del segundo piso, por medio de la cual serían evacuados los rehenes, y hacer dos aberturas en el techo para poder matar a los miembros del MRTA en el segundo piso antes de que tuvieran tiempo de ejecutar a los rehenes.



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