Pero la “máquina peruana” no pudo ser arreglada por Bolívar, que se retiró en 1826, sin consolidar nuestras instituciones ni dotarlas de un centro.
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El pasado 1 de septiembre se han cumplido 200 años de la llegada de Bolívar al Perú. El general venezolano fue solicitado oficialmente por el Congreso para completar en nuestro país la acción libertadora que había conducido con éxito en Venezuela, Colombia y Ecuador. La necesidad de su presencia se hizo patente cuando fracasó la entrevista con José de San Martín en Guayaquil en julio de 1822. San Martín volvió a Lima, renunció a todos sus títulos y se retiró del Perú después de instalar el Congreso, dejando inacabado el proceso de nuestra independencia. El clima de incertidumbre generado por la partida de San Martín y la resistencia española, llevó a que Faustino Sánchez Carrión escribiera a Bolívar en julio de 1823: “Sin Vuestra Excelencia, el Perú se pierde aun cuando Canterac fuera derrotado. Sin Vuestra Excelencia no hay centro en la máquina peruana. Elementos heterogéneos la componen y solo un poder como el del general Bolívar puede conciliarlos”. Jorge Basadre cita, por su parte, una frase terrible que Bolívar habría pronunciado a poco de llegar a Lima: “Todo está corrompido, yo voy a arreglarlo todo, incluso a los diputados”. Un año después, las victorias militares en Junín y Ayacucho, llevaron a la capitulación del Virrey La Serna. Pero la “máquina peruana” no pudo ser arreglada por Bolívar, que se retiró en 1826, sin consolidar nuestras instituciones ni dotarlas de un centro. Hace cien años, la celebración de 1921 tuvo un carácter sanmartiniano, mientras que la de 1924 adoptó un claro tono bolivariano. Ambas celebraciones se llevaron a cabo bajo la presidencia de Augusto B. Leguía. Hoy, como hace 200 años sabemos que la “máquina peruana” necesita un centro. Y que necesitamos arreglarlo todo.
Las cosas como son
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