Más de veinte muertes después, todos dicen lo contrario pero algunas bancadas se las ingenian para decir “sí” al recorte del mandato y al mismo tiempo votar “no” al adelanto de elecciones.
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Resulta penoso tener que llegar a manifestaciones violentas y a la pérdida de vidas humanas para reconocer que la situación del Congreso se había vuelto insostenible. Las encuestas han venido mostrando constantemente que su aprobación ciudadana era aún más baja que la de Pedro Castillo. Y todavía puede aumentar su impopularidad si sus miembros continúan recurriendo a argucias en vez de tomar una decisión clara sobre el adelanto de elecciones. Es una materia en la que es difícil actuar con desprendimiento porque lo que está en juego afecta directamente a los que tienen que votar y decidir si ponen un fin anticipado al mandato que recibieron en las elecciones del año pasado. Todavía hace pocas semanas, algunos congresistas sostenían que en caso de vacancia presidencial correspondería organizar solo elecciones presidenciales y no congresales. Más de veinte muertes después, todos dicen lo contrario pero algunas bancadas se las ingenian para decir “sí” al recorte del mandato y al mismo tiempo votar “no” al adelanto de elecciones. Es cierto que deben transcurrir nueve meses entre la convocatoria y el día electoral. Y es cierto también que hay que respetar fases como los períodos de tachas y subsanaciones, sin mencionar las reformas legales o constitucionales que pueden introducirse. Tampoco será fácil determinar hasta qué día podrán inscribirse nuevos partidos políticos, destinados a mejorar la oferta electoral y a vehiculizar el compromiso de los ciudadanos. En caso contario, corremos el riesgo de que las próximas elecciones nos conduzcan a un callejón sin salida similar al que hemos vivido durante el mandato de Pedro Castillo. Pero nadie parece negar que la convocatoria anticipada se ha convertido en una necesidad para castigar un elenco político fracasado y dar una señal de apaciguamiento a una población que ha llegado a los límites del enardecimiento. Si logramos un camino pacífico de salida, la muerte de tantos compatriotas no habrá sido en vano.
Las cosas como son