Este plato es producto del mestizaje de costumbres, sabores y una auténtica delicia culinaria que seduce a propios y extraños.
Existen comidas que quedan grabadas para siempre en el gusto de un comensal, sabores que trascienden el mero antojo ocasional para impregnarse en el subconsciente y revolotear sin cesar hasta que el paladar quede nuevamente satisfecho.
Eso me sucede con el frito trujillano. Lo probé una vez y fue un auténtico “amor al chancho”, sin chicharrones de por medio. Su sabor me sedujo hasta conducirme al más inolvidable deleite culinario.
Ataviado con mi innata curiosidad, quise averiguar cuál era el secreto de tan irresistible sabor. Me interesaba conocer qué tiene este preparado para haber logrado convertirse en el desayuno más provocativo en el norte del país.
Puse manos a la obra y conversé con el chef trujillano Paolo Felipe Mendoza y comencé a indagar sobre los ingredientes empleados en la preparación del frito.
Felipe Mendoza me cuenta que se utilizan chuletas de cerdo con un centímetro de grosor, aderezadas con cuatro cucharadas de los llamados ajíes panca y mirasol, combinados armoniosamente con ajo picado, comino, vinagre y sal al gusto.
Como dicen que todo entra por los ojos, es importante no olvidar algunos detalles al momento de servirlo. La compañía ideal será la yuca sancochada y una deliciosa salsa criolla preparada con cebolla, ají mochero, pimienta, limón y sal. Todo un deleite para los sentidos.
Incentivado por mi interés en su historia, Paolo Felipe Mendoza me cuenta que el frito trujillano, como gran parte de las costumbres norteñas, es producto del mestizaje y la migración del campo a las urbes ubicadas en la zona costera. Ambas corrientes nutren con sus propias características el sabor requerido.
Luego de tan sesuda explicación, me despido del especialista en gastronomía regional consultado y quedo prendado de la riqueza culinaria de nuestro país.
Es realmente impresionante la creatividad que puede nacer tras esa mezcla exquisita de nuestras costumbres y sabores. Por ello no cabe duda que la cocina peruana es única en el mundo.
Regreso a casa y siento el aroma del frito trujillano a lo lejos. No puedo evitar ponerme un poquito sentimental y casi parafraseando aquella añeja canción de amor pienso que en la vida hay “sabores” que nunca pueden olvidarse.
Dato
Uno de los lugares más tradicionales para consumir el frito trujillano es el Salón Té Buenos Aires y otros locales ubicados en el Centro Histórico de Trujillo.
Por: Davinton Castillo
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