La política para Pedro Castillo parece consistir en un simple juego de sobrevivencia, en el que lo último que cuenta son los verdaderos intereses del pueblo: empleo, seguridad, educación, salud, confianza en las instituciones.
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Como establece nuestra Constitución, el gabinete de Aníbal Torres solicitará hoy la confianza del Congreso. Si la obtiene, seguirá en funciones, si no, deberá presentar su renuncia y el presidente Castillo se hallará obligado a aceptarla y a nombrar un nuevo presidente del consejo de ministros. Hay algunas bancadas de oposición que han anunciado que votarán la negación de la confianza, pero por el momento es incierto si sumarán el número de votos necesarios para asegurar la caída del gabinete Torres. Ya vimos durante la sesión de censura al ministro Silva, que el Ejecutivo se reservó una maniobra hasta el último momento. En este caso, lo que más sorprende es la obstinación en mantener a un ministro como Hernán Condori, quien ha sido cuestionado hasta por los gremios médicos.
Desdichadamente la única razón que parece explicar el empecinamiento es la dependencia de Vladimir Cerrón, puesto que los votos de su bancada pueden neutralizar la vacancia. Lo grave de esta situación es que pone en evidencia que para algunos dirigentes, la política se reduce a un frío ejercicio del poder totalmente ajeno a la solución de los problemas del país. La política para Castillo parece consistir en un simple juego de sobrevivencia, en el que lo último que cuenta son los verdaderos intereses del pueblo: empleo, seguridad, educación, salud, confianza en las instituciones. Es decir lo contario de lo que afirma: “Espero que el Congreso se ponga al lado del pueblo”. Ese cálculo interesado consiste para algunos congresistas en congraciarse con los ministros capaces de ofrecerles obras en sus regiones y acaso, las correspondientes comisiones. Castillo le dice a Hernando de Soto que no promoverá una Asamblea Constituyente. El anuncio de su abandono parece tan cínico como lo fue sostener en la campaña que era la clave del poder duradero de Perú Libre.
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