Alberto Otárola, sin embargo, tendrá que responder a la investigación fiscal sobre el uso de la fuerza, que como sabemos ha dejado un elevado saldo de muertos.
Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.
La presidenta Dina Boluarte aprovechó ayer la ceremonia de graduación de oficiales de la Policía Nacional para reafirmar el objetivo central de su gobierno: garantizar una transición pacífica y ordenada. Transición quiere decir pasar de un estado de cosas a otro. En este caso se trata claramente de acabar con las prácticas del gobierno de Pedro Castillo: el nombramiento de funcionarios sin idoneidad, la protección a personajes ligados a actividades ilegales y la manipulación de las diferencias sociales para asegurarse una base de apoyo. La primera expresión de la voluntad de transición es la composición del gabinete ministerial. De acuerdo a su compromiso, Dina Boluarte ha designado personalidades independientes con experiencia en sus respectivos sectores y, hasta donde sabemos por ahora, sin cuestionamientos y menos aún investigaciones fiscales. Bajo la presidencia de Castillo corríamos el riesgo de resignarnos a sus nombramientos y de ni siquiera sorprendernos por las revelaciones que hacía la prensa. Pero además de sus respectivas competencias, los ministros deben disponer de un plan de acción y ser capaces de coordinar sus políticas sectoriales. Esa es la tarea del presidente del Consejo de ministros, Alberto Otárola, quien ya ejercía como primer ministro de facto, pero que asume ahora el cargo oficialmente. Otárola, sin embargo, tendrá que responder a la investigación fiscal sobre el uso de la fuerza, que como sabemos ha dejado un elevado saldo de muertos. De él depende garantizar la transparencia, y también que el Estado no mantenga en su seno funcionarios capaces de obstaculizar las políticas públicas y seguir erosionando lacconfianza de la población en las instituciones. La transición debe llevarnos al funcionamiento eficiente del gobierno y no a vivir bajo la sospecha permanente de estar asistiendo a un juego con reglas tramposas y al servicio de objetivos que solo podíamos imaginar. El criterio para saber si estamos bien enrumbados o no es que el poder responda a la prensa libre.
Las cosas como son
Comparte esta noticia