El sentido del museo es rememorar nuestra infancia y los momentos felices, como lo marca un anuncio en la puerta de entrada escrito por su propietario Gerardo Chávez.
A pocos días de celebrarse la Navidad, ¿cómo no recordar esos tiempos de niñez?, cuando uno contaba los días, horas y minutos para la Noche Buena, o cuando a cada momento acudías a revisar el árbol navideño a cerciorarte si ya habían colocado el regalo con tu nombre.
Sí, la navidad para cuando uno es pequeño solo se basa en regalos, abrazos y salir a jugar en el parque con los amigos de barrio e intercambiar el juguete que tanto hemos esperado, luego cuando vamos creciendo todo eso cambia por un abrazo entre hermanos, padres, hijos y en pasar un momento agradable en familia.
Pero para un niño, Navidad no es Navidad si no hay un juguete y como todos llevamos un niño dentro se creó el Museo del Juguete en Trujillo y el primero en Latinoamérica. Este es un espacio donde todo aquel que lo ha visitado ha tenido que derramar alguna lágrima, recordando al amigo, a los juegos en el parque por las tardes, y cómo no olvidarse de aquel amor platónico que todos tuvimos de pequeño.
Este museo, que encierra más de 5 mil piezas en exhibición de diferentes partes del mundo, es un lugar de reencuentro con la infancia. El decorado de las paredes le da un toque especial que aviva los recuerdos que uno creía olvidados.
Salas temáticas del museo
En el primer ambiente se puede observar las muñecas de porcelana en toda su evolución, los cánones de belleza de cada época en su aspecto anatómico, también hay una casa en miniatura que tiene todas las comodidades y comparada a las de hoy en día, uno se da cuenta que la frase, todo tiempo pasado fue mejor, le viene como anillo al dedo.
En la segunda sala de los niños se encuentra una maqueta de un pueblo minero con una locomotora e infinidad de carritos, pero llama la atención un triciclo de la época de nuestros abuelos, de esos que aún no tenían las llantas ni de caucho. Justo este juguete hizo que se evitara el servicio de guía nos cuenta Wilmer Vera Murga, encargado del museo.
Menciona que una vez llegó una familia de personas ya mayores, con un padre que bordeaba los 85 años, todos estaban haciendo el recorrido pero el patriarca se quedo frente al triciclo por más de media hora, el circuito y las explicaciones seguían hasta que se dio cuenta que el señor no se sentía bien y se lo comunicó a sus hijos, quienes con una palmada en el hombro le dijeron "¡no te preocupes, el viejo esta recordando!".
Es ese el sentido del museo, rememorar en nosotros nuestra infancia y los momentos felices, como lo marca un anuncio en la puerta de entrada escrito por su propietario Gerardo Chávez.
Nuestros antepasados también tenían sus juguetes, y existe un ambiente denominado precolombino donde se observa pequeñas vasijas e utensilios en miniatura. Una muñeca de la cultura Chancay y una ocarina o flauta que data de más de 2 mil 300 años de antigüedad perteneciente a la cultura Virú o gallinazo.
Ya llegando a la cuarta sala, la del juguete popular el cual está elaborado de forma artesanal y que gran parte de nosotros tuvo alguna vez por alguna carencia de nuestros padres, pero sabiendo que te lo regalaron con todo el amor del mundo, encontramos desde trompos, un tambor y guitarra, una cometa, además de los miles de juegos que se vendían en las ferias que llegaban en las fiestas del pueblo.
Cómo dejar de lado al coche armado con un pedazo de tabla, unos cuantos pernos y tres rodajes, con el que tuve innumerables tardes de alegría con amigos que ya no están, este coche que sustituía a la patineta se convirtió en nuestra movilidad para trasladarnos en esos tiempos hacia un descampado de la ciudad universitaria donde practicábamos béisbol.
Como todo museo tiene sus historias, este no era la excepción, Wilder nos cuenta que por las noches estas piezas cobran vida, ya que se han encontrado a varios de los juguetes fuera de su sitio como si hubieran salido a pasear y les ganó la noche, o en las vitrinas dando la espalda como si estuvieran enojados por algo.
El Museo del Juguete fue fundado por el artista Gerardo Chávez un 18 de mayo del 2001, fecha que coincide con el Día Internacional del Museo.
Wilder nos explica que el propietario tenía el hobby de coleccionar juguetes, la mayoría de los cuales, no los pudo tener de pequeño. Este pasatiempo le nació luego de visitar varios museos de este tipo en Europa, de modo que su casa se había convertido, sin querer, en una galería por todas las piezas que pudo lograr conseguir, las cuales le hacían brotar sentimientos cada vez que las apreciaba por lo que tenían que ser compartidas.
Los visitantes bordean los 14 mil al año y el 80% son de la capital, el otro 20 % extranjeros, los cuales se quedan admirados por los juguetes precolombinos. Hay poca presencia del público trujillano y esto se debe al escaso apoyo de las autoridades locales hacia el arte.
Gracias a la iniciativa de la empresa privada se ha llevado una muestra itinerante a la capital la cual es presentada en la galería Jhon Harriman del centro cultural británico que estará hasta el 30 de diciembre.
Este museo se ubica en el jirón Independencia N° 705 en pleno centro de Trujillo y atiende todos los días de 10:00 a.m. hasta las 6:00 p.m. donde los visitantes podrán apreciar la transformación del juguete a través del tiempo.
Por: Martín Vazallo
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